lunes, 14 de noviembre de 2011

Cria Cuervos y te sacarán los ojos


Cría cuervos y te sacarán los ojos.


Cría cuervos y te sacarán los ojos es un refrán que contiene una amarga expresión de desengaño.

Nos advierte que la crueldad natural pocas veces se pierde por la buena crianza y disciplina, por lo que no debemos poner muchas esperanzas en redimir con nuestros cuidados y mimos a un espíritu rebelde o malvado.
También nos aconseja no excedernos en la práctica del bien, pues suele ser considerado signo de debilidad. Y genera ingratitud.
Contiene una moraleja similar a la que se desprende de la fábula del escorpión y la rana: que de nada sirve obrar bien con quienes, por su naturaleza, sólo pueden devolverte el mal.
La citada fábula, de origen desconocido pero atribuida a Esopo, dice así:
FÁBULA DEL ESCORPIÓN Y LA RANA

En la orilla de un río vivía una rana muy generosa que ayudaba a los animales a cruzar el río cuando llegaba la época de lluvias y bajaba crecido. Cruzaba a ratones e incluso a alguna nutritiva mosca que no podía volar por tener las alas mojadas. Tal era su generosidad y nobleza, que le impedían aprovecharse de ellos en circunstancias desiguales.
También vivia por allí un escorpión, que cierto día le suplicó a la rana: «Deseo atravesar el río, pero no estoy preparado para nadar. Por favor, llévame a la otra orilla sobre tu espalda» La rana respondió enseguida: «¿Que te lleve sobre mi espalda? ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco lo suficiente para saber que si te subo a mi espalda, me inyectarás un veneno letal y moriré!» El inteligente escorpión le dijo: «No digas estupideces. Ten por seguro que no te picaré. Porque si así lo hiciera, tú te hundirías en las aguas y yo, que no sé nadar, perecería ahogado» La rana se negó al principio, pero la incuestionable lógica del escorpión fueron convenciéndola... y finalmente aceptó.
Lo cargó sobre su resbaladiza espalda y comenzaron la travesía. Poco a poco fue perdiendo el miedo a aquel animal que llevaba sobre su espalda, pero cuando estaban a mitad de camino el escorpión picó a la rana. Ella sintió un dolor agudo y percibió cómo el veneno se extendía por todo su cuerpo. Comenzaron a fallarle las fuerzas y su vista se nubló. Mientras se ahogaba, le quedaron fuerzas para gritarle al escorpión: «¡Lo sabía!, pero... ¿por qué lo has hecho?» El escorpión respondió: «No puedo evitarlo. Es mi naturaleza»





Fuente: 1de3.es

viernes, 4 de noviembre de 2011

Diferencias entre Padre, Papá Papi y Pääää....


¿Padre, Papá , Papi y Páááá ?

Hasta hace cosa de un siglo, los hijos acataban el cuarto mandamiento como un verdadero dictamen de Dios. Imperaban normas estrictas de educación: Nadie se sentaba a la mesa antes que el padre, nadie hablaba sin permiso del padre, nadie se levantaba de la mesa si el padre no se había levantado antes; por algo era el padre.
La madre fue siempre el eje sentimental de la casa, el padre siempre la autoridad suprema.

Todo empezó a cambiar hace unas siete décadas, cuando el padre dejó de ser el padre y se convirtió en papá. El mero sustantivo era ya una derrota. Padre es una palabra sólida, rocosa, imponente; papá es un apelativo para oso de felpa o para perro faldero; da demasiada confianza. Además, con el uso de papá el hijo se sintió autorizado para protestar, cosa que nunca había ocurrido cuando el papá era el padre.

A diferencia del padre, el papá era tolerante. Permitía al hijo que fumara en su presencia, en vez de arrancarle los dientes con una trompada, como hacía el padre en circunstancias parecidas. Los hijos empezaron a llevar amigos a la casa y a organizar bailes y bebidas, mientras papá y mamá se desvelaban y comentaban en voz baja: Bueno, por lo menos tranquiliza saber que están tomándose unos tragos en casa y no en quién sabe dónde.

El papá marcó un acercamiento generacional muy importante, algo que el padre desaconsejaba por completo. Los hijos empezaron a comer en la sala mirando la tele, mientras papá y mamá lo hacían solos en la mesa.
Papá seguía siendo la autoridad de la casa, pero una autoridad bastante maltrecha. Era, en fin, un tipo querido; lavaba, planchaba, cocinaba y, además, se le podía pedir un consejo o también dinero prestado.

Y entonces vino papi.
Papi es un invento reciente de los últimos 20 ó 30 años. Descendiente menguado y raquítico de padre y de papá, ya ni siquiera se le consulta ni se le pregunta nada. Simplemente se le notifica. Papi, me llevo el coche, dame para gasolina. Le ordenan que se vaya al cine con mami mientras los hijos están de fiesta. Lo tutean y hasta le indican cómo dirigirse a ellos: ¡Papi, no me vuelvas a llamar "chiquita" delante de Jonathan!

No sé qué seguirá después de papi. Supongo que la esclavitud o el destierro definitivo.
Yo estoy aterrado, después de haber sido nieto de padre, hijo de papá y papi de mis hijos, mis nietas han empezado a llamarme ¡¡¡"pa"..........!!!

CREO QUE QUIEREN DECIR, ¡¡¿¿PA'QUÉ SIRVES??!!

martes, 1 de noviembre de 2011

Cuentos clásicos de la literatura infantil para compartir con tus hijos

La mejor época para inculcar a un niño su aficción a la lectura es en la infancia. Pero, ¿cómo podemos inculcar en nuestros hijos el hábito de leer,
Todos sabemos lo importante que es para el desarrollo intelectual de los niños adquirir el hábito de la lectura. Por tanto, partiendo de la base de que todos los niños imitan el comportamiento de sus progenitores, si los padres son aficionados a la lectura, a los pequeños les terminará picando el gusanillo del libro.

Una buena manera de iniciar a los niños en la lectura es a través de los cuentos. Actualmente, hay multitud de cuentos diversos: unos vienen con pegatinas, otros para colorear o traen desplegables. Es importante que el niño escoja el libro que le gusta para que tenga interés por leerlo. Evita que lo haga en contra de su voluntad, porque es posible que esta actividad produzca en él el efecto contrario.

Cuando ya saben leer debemos escoger su lectura. A continuación presentamos libros que no deben faltar en la biblioteca



Matilda, Roald Dahl (1988)


Matilda Wormwood es una niña muy especial. Sin haber cumplido los cinco años, ya ha leído multitud de libros y es capaz de hacer cosas asombrosas. La única que se dará cuenta de ello, sin embargo, será la encantadora señorita Honey, que tendrá que enfrentarse a los padres de Matilda y a la mismísima Agatha Trunchbull, la temible directora del colegio.


Las aventuras de Vania el Forzudo, Otfried Preussler


¿Puede uno adquirir la fuerza de un gigante comiendo sólo pipas de girasol? ¿Puede un campesino ruso soñar con recibir un día la corona del Zar? A través de numerosos peligros y aventuras, el valiente Vania camina hacia su destino, anunciado por un misterioso anciano surgido de los bosques.


El pequeño Nicolás, René Goscinny (1960)


Una de las sagas más famosas de la literatura francesa, ‘El pequeño Nicolás’ narra las aventuras de Nicolás, un niño de 10 años que no sabe hacer otra cosa que meterse en problemas.

El pequeño vampiro, Angela Sommer-Bodenburg (1979)


La saga trata de la amistad entre el niño humano Anton y el niño vampiro Rüdiger von Schlotterstein. Anton vivirá las más inquietantes aventuras entre la familia de vampiros de Rüdiger, que suele visitarle apareciendo inesperadamente en el alféizar de su ventana, como la hermana pequeña Anna y el irascible hermano mayor Lumpi.

Momo, Michael Ende (1973)


En las ruinas de un anfiteatro vive una niña huérfana llamada Momo, que posee la habilidad de saber escuchar. Escucha de una manera tan especial que es capaz de encontrar las respuestas a los problemas de quien habla con ella, aunque todo acaba con la llegada de los Hombres Grises, unos extraños individuos que representan al Banco de Tiempo, capaces de hacer que la gente lo olvide todo salvo su obsesión por ahorrar.

Celia lo que dice, Elena Fortún (1928)


‘Celia, lo que dice’ es el primero en la serie de libros infantiles escritos por la española Elena Fortún. El libro es en realidad una colección de cortas historias originalmente publicadas en revistas, y están contadas desde la perspectiva de una niña de siete años llamada Celia Gálvez de Moltanbán, que vive en el Madrid de principios de siglo XX.

La bruja Mon, Pilar Mateos (1984)


El libro se compone de cuatro cuentos con la excéntrica bruja Mon como protagonista

Konrad, o el niño que salió de una lata de conservas, Christine Nostlinger (1977)


La atolondrada señora Berti Bartolotti tendrá que hacerse cargo del pequeño Konrad cuando este, de repente, aparezca en la puerta de su casa, metido nada menos que dentro de una lata de conservas
 
El león, la bruja y el armario, C.S. Lewis (1950)


Perteneciente a la saga ‘Las crónicas de Narnia’, el libro cuenta la historia de los hermanos Peter, Susan, Edmund y Lucy, que son enviados a la casa rural del profesor Digory Kirke a fin de buscar refugio durante la Segunda Guerra Mundial. Una vez allí, la más pequeña de todos, Lucy, descubrirá un mundo mágico escondido tras la puerta de uno de los armarios de la casa, en la que habitan faunos, castores parlantes y hasta una malvada Bruja Blanca…

La Historia Interminable, Michael Ende (1979)


Tras robar un misterioso libro, el joven Bastian Baltasar Bux será el encargado de salvar Fantasía de las garras de la Nada mano a mano con Atreyu, un joven guerrero a quien la Emperatriz Infantil, mortalmente enferma por la falta de imaginación de los hombres, le pide iniciar una gran búsqueda para encontrar la salvación de su fantástico universo.

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