Había una vez una niña llamada Anita que le gustaban muchos
los gatos desde muy pequeña tenia esa afición, tanto era su amor por ellos que
tenia la mala costumbre de dormir en las noches con el gato sin el permiso de su mamá ya que
esta no le gustaba nada que su hija lo hiciera. Todos los días a eso de las 5 de la tarde el gato entraba a
su habitación y la niña lo escondía
bajo la frazada de su cama y el gato permanecía escondido allí hasta que ella
se acostaba y dormía con él. Hasta que
un día su mamá se dio cuenta y decidió
que el gato se fuera de casa, para ello le dijo a su empleado ( este empleado odiaba al gato) que se lo
llevara lo mas lejos posible para que no vuelva a regresar. Benito que a si se
llamaba el empleado, agarró al gato y lo metió a un costal y se lo llevó muy lejos tanto que el gato ya no pudo regresar. Pasaron
3 meses y del gato ya no se sabía nada, hasta que un día Anita sintió el llanto de su gato, angustiada
abrió la puerta y allí estaba él,
sumamente flaco. Había regresado, su instinto animal lo había guiado y regresó
a casa donde su ama, Anita lloró de emoción al reconocer a ese flacuchento
animalito como a su gato adorado, y le rogó a su mamá volverlo a tener. La mamá
se compadeció y aceptó con la condición de que nunca mas volviera a dormir con
el gato. Y así fue Anita obedeció y no volvió a hacerlo. Y nuevamente el gatito
con los cuidados se convirtió en un
hermoso animalito y vivió por siempre con su querida Anita. Y colorin colorado
esta historia ha terminado.