Siempre es bueno recordar que los abuelos son los cimientos de la familia, las raíces que
sujetan el árbol de la vida. El abuelo es crucial en el desarrollo de la
autoestima del niño y constituye un referente de seguridad inestimable.
.Al
contar historias del pasado familiar con su estatus de “padre del padre o de la
madre”, hacen que el nieto sienta su presente como la continuación de un pasado
enriquecedor y perfilan
el lugar que ocupa en el mundo. La mayor
alegría para los niños es sentirse seguros en un mundo donde hay adultos
(padres y abuelos) que les quieren.
Un cariño diferente
Los abuelos proporcionan a los niños una seguridad diferente
a la que aportan los padres, más antigua. En ello se encuentra la base de lo
que será nuestra vida amorosa. Por una parte quisieron y amaron a nuestros
padres, y lo hicieron de tal forma que despertaron en ellos el deseo de tener
hijos y repetir la experiencia. Su inconsciente determinó el de nuestros
progenitores y, además, con el amor que nos dirigen, son el refugio más seguro
y cariñoso de la infancia.
Ser abuela permite elaborar psíquicamente el hecho de haber
sido madre. Ahora bien, lo que se da a los nietos es algo diferente. La abuela,
cuando disfruta con su papel, quiere sin condiciones, es el amor más
desinteresado que se puede encontrar en la vida. La abuela puede sentirse
compensada con ver en su nieto una sonrisa que le recuerda a su hijo, porque
encuentra ahí el placer de la transcendencia y de la productividad de su vida.
Además, cuando se es abuela se puede elaborar lo que se hizo mal como madre. La
abuela puede ayudar, pero si no ha conseguido vivir bien su maternidad es más
frecuente que compita con la hija o con la nuera y que proteste por su función.
Los abuelos han sido padres, pero esta experiencia, a veces, no es garantía de
ayuda para los hijos y nietos. Si han tenido sentimientos de inferioridad y no
han podido resolver complejos infantiles, tratarán de compensarlo con los niños
y aquí aparecen los problemas, porque rivalizan con sus propios hijos.
Otra situación difícil se plantea cuando la abuela quita
autoridad a la madre, aunque si ésta actúa segura de sí misma, su autoridad no
se verá mermada. Cuando se encuentre a solas con el niño, conviene que le
aclare la diferencia de puntos de vista debido a que pertenecen a distintas
generaciones. Que el niño comprenda que los abuelos no piensan como sus padres
no es un problema, sino un síntoma muy saludable pues fomenta su capacidad de
tener un criterio propio.
Claves
Los padres esperan que los abuelos sean una fuente de
seguridad, que estén ahí cuando los necesiten. Ahora bien, también desean que
aprueben sus decisiones.
Ese deseo de aprobación es muy importante porque los padres
quieren que les consideren adultos delante de su pareja y de sus hijos, algo
difícil porque con frecuencia los abuelos los siguen viendo como los niños que
fueron. Otro desacuerdo es cuando los padres temen que maleduquen al nieto.
Los abuelos necesitan que se les tengan en cuenta sin que se
les pida más allá de lo que pueden dar. Algunas abuelas, en su incapacidad de
poner límites, aguantan y viven con resignación lo que tendrían que vivir con placer.
Por el contrario, aquella que vive plenamente su condición, transmite un
mensaje de esperanza.
Para evitar rivalidades es necesario establecer claramente
que la educación pertenece a los padres.
Isabel Menéndez
Via: Hoymujer.com