miércoles, 27 de junio de 2012
Instrucciones para hacer mitones para cuando venga el frio
MATERIALES:
100 g. de restos de lana de diversos colores
1 juego de 5 agujas del num. 3 1/2
Punto elástico en vueltas cerradas: 1 punto al derecho, 1 punto al revés, alternados.
Ejecución: Se comienza por el canto inferior: Montar 40 puntos, destribuir los puntos sobre 4 agujas y tejer punto elástico en vueltas cerradas. La anchura de las listas depende de la lana disponible de los diversos colores. En nuestro modelo varían las listas de 3 a 5 vueltas de anchura. A los 15 cm = 38 vueltas de altura total se colocan los 8 puntos primeros de la vuelta sobre un imperdible = pulgar, y en su lugar se montan 4 puntos = 36 puntos. Proseguir recto hasta cubrir el dedo pequeño. Tejer juntos a continuación para la puntera en cada vuelta vuelta los 2 puntos primeros. Al disponer de 8 puntos se corta el hilo, se pasa por dichos puntos montados y distribuirlos junto con los 8 puntos del imperdible sobre 3 agujas. Cerrar en redondo y tejer punto elástico. A unos 5 cms. de altura se tejen juntos en cda vuelta los 2 puntos primeros de cada aguja, se corta el hilo, se pasa por los 6 puntos restantes y se remata.
jueves, 21 de junio de 2012
Cuento para niños: La Cenicienta
Un hombre se casó en segundas nupcias con una mujer, la más altanera y orgullosa que jamás se haya visto. Tenía dos hijas por el estilo y que se le parecían en todo.
El marido, por su lado, tenía una hija, pero de una dulzura y bondad sin par; lo había heredado de su madre que era la mejor persona del mundo.
Pero después de realizarse la boda, la madrasta dio libre curso a su mal carácter y no pudo soportar las cualidades de la joven, que hacían aparecer todavía más odiables a sus hijas. La obligó a las más viles tareas de la casa: ella era la que fregaba los pisos y la vajilla, la que limpiaba los cuartos de la señora y de las señoritas sus hijas; dormía en lo más alto de la casa, en una buhardilla, sobre una mísera pallasa, mientras sus hermanas ocupaban habitaciones con parquet, donde tenían camas a la última moda y espejos en que podían mirarse de cuerpo entero.
La pobre muchacha aguantaba todo con paciencia, y no se atrevía a quejarse ante su padre, de miedo que le reprendiera pues su mujer lo dominaba por completo. Cuando terminaba sus quehaceres, se instalaba en el rincón de la chimenea, sentándose sobre las cenizas, lo que le había merecido el apodo de Culocenizón. La menor, que no era tan mala como la mayor, la llamaba Cenicienta; sin embargo Cenicienta, con sus míseras ropas, no dejaba de ser cien veces más hermosa que sus hermanas que andaban tan ricamente vestidas.
Sucedió que el hijo del rey dio un baile al que invitó a todas las personas distinguidas; nuestras dos señoritas también fueron invitadas, pues tenían mucho nombre en la comarca. Helas aquí muy satisfechas y preocupadas de elegir los trajes y peinados que mejor les sentaran; nuevo trabajo para Cenicienta pues era ella quien planchaba la ropa de sus hermanas y plisaba los adornos de sus vestidos. No se hablaba más que de la forma en que irían trajeadas.
-Yo, dijo la mayor, me pondré mi vestido de terciopelo rojo y mis adornos de Inglaterra.
-Yo, dijo la menor, iré con mi falda sencilla; pero en cambio, me pondré mi abrigo con flores de oro y mi prendedor de brillantes, que no pasarán desapercibidos.
Manos expertas se encargaron de armar los peinados de dos pisos y se compraron lunares postizos. Llamaron a Cenicienta para pedirle su opinión, pues tenía buen gusto. Cenicienta las aconsejó lo mejor posible, y se ofreció incluso para arreglarles el peinado, lo que aceptaron. Mientras las peinaba, ellas le decían:
-Cenicienta, ¿te gustaría ir al baile?
-Ay, señoritas, os estáis burlando, eso no es cosa para mí.
-Tienes razón, se reirían bastante si vieran a un Culocenizón entrar al baile.
Otra que Cenicienta les habría arreglado mal los cabellos, pero ella era buena y las peinó con toda perfección.
Tan contentas estaban que pasaron cerca de dos días sin comer. Más de doce cordones rompieron a fuerza de apretarlos para que el talle se les viera más fino, y se lo pasaban delante del espejo.
Finalmente, llegó el día feliz; partieron y Cenicienta las siguió con los ojos y cuando las perdió de vista se puso a llorar. Su madrina, que la vio anegada en lágrimas, le preguntó qué le pasaba.
-Me gustaría... me gustaría...
Lloraba tanto que no pudo terminar. Su madrina, que era un hada, le dijo:
-¿Te gustaría ir al baile, no es cierto?
-¡Ay, sí!, -dijo Cenicienta suspirando.
-¡Bueno, te portarás bien!, -dijo su madrina-, yo te haré ir.
La llevó a su cuarto y le dijo:
-Ve al jardín y tráeme un zapallo.
Cenicienta fue en el acto a coger el mejor que encontró y lo llevó a su madrina, sin poder adivinar cómo este zapallo podría hacerla ir al baile. Su madrina lo vació y dejándole solamente la cáscara, lo tocó con su varita mágica e instantáneamente el zapallo se convirtió en un bello carruaje todo dorado.
En seguida miró dentro de la ratonera donde encontró seis ratas vivas. Le dijo a Cenicienta que levantara un poco la puerta de la trampa, y a cada rata que salía le daba un golpe con la varita, y la rata quedaba automáticamente transformada en un brioso caballo; lo que hizo un tiro de seis caballos de un hermoso color gris ratón. Como no encontraba con qué hacer un cochero:
-Voy a ver -dijo Cenicienta-, si hay algún ratón en la trampa, para hacer un cochero.
-Tienes razón, -dijo su madrina-, anda a ver.
Cenicienta le llevó la trampa donde había tres ratones gordos. El hada eligió uno por su imponente barba, y habiéndolo tocado quedó convertido en un cochero gordo con un precioso bigote. En seguida, ella le dijo:
-Baja al jardín, encontrarás seis lagartos detrás de la regadera; tráemelos.
Tan pronto los trajo, la madrina los trocó en seis lacayos que se subieron en seguida a la parte posterior del carruaje, con sus trajes galoneados, sujetándose a él como si en su vida hubieran hecho otra cosa. El hada dijo entonces a Cenicienta:
-Bueno, aquí tienes para ir al baile, ¿no estás bien aperada?
-Es cierto, pero, ¿podré ir así, con estos vestidos tan feos?
Su madrina no hizo más que tocarla con su varita, y al momento sus ropas se cambiaron en magníficos vestidos de paño de oro y plata, todos recamados con pedrerías; luego le dio un par de zapatillas de cristal, las más preciosas del mundo.
Una vez ataviada de este modo, Cenicienta subió al carruaje; pero su madrina le recomendó sobre todo que regresara antes de la medianoche, advirtiéndole que si se quedaba en el baile un minuto más, su carroza volvería a convertirse en zapallo, sus caballos en ratas, sus lacayos en lagartos, y que sus viejos vestidos recuperarían su forma primitiva. Ella prometió a su madrina que saldría del baile antes de la medianoche. Partió, loca de felicidad.
El hijo del rey, a quien le avisaron que acababa de llegar una gran princesa que nadie conocía, corrió a recibirla; le dio la mano al bajar del carruaje y la llevó al salón donde estaban los comensales. Entonces se hizo un gran silencio: el baile cesó y los violines dejaron de tocar, tan absortos estaban todos contemplando la gran belleza de esta desconocida. Sólo se oía un confuso rumor:
-¡Ah, qué hermosa es!
El mismo rey, siendo viejo, no dejaba de mirarla y de decir por lo bajo a la reina que desde hacía mucho tiempo no veía una persona tan bella y graciosa. Todas las damas observaban con atención su peinado y sus vestidos, para tener al día siguiente otros semejantes, siempre que existieran telas igualmente bellas y manos tan diestras para confeccionarlos. El hijo del rey la colocó en el sitio de honor y en seguida la condujo al salón para bailar con ella. Bailó con tanta gracia que fue un motivo más de admiración.
Trajeron exquisitos manjares que el príncipe no probó, ocupado como estaba en observarla. Ella fue a sentarse al lado de sus hermanas y les hizo mil atenciones; compartió con ellas los limones y naranjas que el príncipe le había obsequiado, lo que las sorprendió mucho, pues no la conocían. Charlando así estaban, cuando Cenicienta oyó dar las once y tres cuartos; hizo al momento una gran reverenda a los asistentes y se fue a toda prisa.
Apenas hubo llegado, fue a buscar a su madrina y después de darle las gracias, le dijo que desearía mucho ir al baile al día siguiente porque el príncipe se lo había pedido. Cuando le estaba contando a su madrina todo lo que había sucedido en el baile, las dos hermanas golpearon a su puerta; Cenicienta fue a abrir.
-¡Cómo habéis tardado en volver! -les dijo bostezando, frotándose los ojos y estirándose como si acabara de despertar; sin embargo no había tenido ganas de dormir desde que se separaron.
-Si hubieras ido al baile -le dijo una de las hermanas-, no te habrías aburrido; asistió la más bella princesa, la más bella que jamás se ha visto; nos hizo mil atenciones, nos dio naranjas y limones.
Cenicienta estaba radiante de alegría. Les preguntó el nombre de esta princesa; pero contestaron que nadie la conocía, que el hijo del rey no se conformaba y que daría todo en el mundo por saber quién era. Cenicienta sonrió y les dijo:
-¿Era entonces muy hermosa? Dios mío, felices vosotras, ¿no podría verla yo? Ay, señorita Javotte, prestadme el vestido amarillo que usáis todos los días.
-Verdaderamente -dijo la señorita Javotte-, ¡no faltaba más! Prestarle mi vestido a tan feo Culocenizón... tendría que estar loca.
Cenicienta esperaba esta negativa, y se alegró, pues se habría sentido bastante confundida si su hermana hubiese querido prestarle el vestido.
Al día siguiente las dos hermanas fueron al baile, y Cenicienta también, pero aún más ricamente ataviada que la primera vez. El hijo del rey estuvo constantemente a su lado y diciéndole cosas agradables; nada aburrida estaba la joven damisela y olvidó la recomendación de su madrina; de modo que oyó tocar la primera campanada de medianoche cuando creía que no eran ni las once. Se levantó y salió corriendo, ligera como una gacela. El príncipe la siguió, pero no pudo alcanzarla; ella había dejado caer una de sus zapatillas de cristal que el príncipe recogió con todo cuidado.
Cenicienta llegó a casa sofocada, sin carroza, sin lacayos, con sus viejos vestidos, pues no le había quedado de toda su magnificencia sino una de sus zapatillas, igual a la que se le había caído.
Preguntaron a los porteros del palacio si habían visto salir a una princesa; dijeron que no habían visto salir a nadie, salvo una muchacha muy mal vestida que tenía más aspecto de aldeana que de señorita.
Cuando sus dos hermanas regresaron del baile, Cenicienta les preguntó si esta vez también se habían divertido y si había ido la hermosa dama. Dijeron que sí, pero que había salido escapada al dar las doce, y tan rápidamente que había dejado caer una de sus zapatillas de cristal, la más bonita del mundo; que el hijo del rey la había recogido dedicándose a contemplarla durante todo el resto del baile, y que sin duda estaba muy enamorado de la bella personita dueña de la zapatilla. Y era verdad, pues a los pocos días el hijo del rey hizo proclamar al son de trompetas que se casaría con la persona cuyo pie se ajustara a la zapatilla.
Empezaron probándola a las princesas, en seguida a las duquesas, y a toda la corte, pero inútilmente. La llevaron donde las dos hermanas, las que hicieron todo lo posible para que su pie cupiera en la zapatilla, pero no pudieron. Cenicienta, que las estaba mirando, y que reconoció su zapatilla, dijo riendo:
-¿Puedo probar si a mí me calza?
Sus hermanas se pusieron a reír y a burlarse de ella. El gentilhombre que probaba la zapatilla, habiendo mirado atentamente a Cenicienta y encontrándola muy linda, dijo que era lo justo, y que él tenía orden de probarla a todas las jóvenes. Hizo sentarse a Cenicienta y acercando la zapatilla a su piececito, vio que encajaba sin esfuerzo y que era hecha a su medida.
Grande fue el asombro de las dos hermanas, pero más grande aún cuando Cenicienta sacó de su bolsillo la otra zapatilla y se la puso. En esto llegó la madrina que, habiendo tocado con su varita los vestidos de Cenicienta, los volvió más deslumbrantes aún que los anteriores.
Entonces las dos hermanas la reconocieron como la persona que habían visto en el baile. Se arrojaron a sus pies para pedirle perdón por todos los malos tratos que le habían infligido. Cenicienta las hizo levantarse y les dijo, abrazándolas, que las perdonaba de todo corazón y les rogó que siempre la quisieran.
Fue conducida ante el joven príncipe, vestida como estaba. Él la encontró más bella que nunca, y pocos días después se casaron. Cenicienta, que era tan buena como hermosa, hizo llevar a sus hermanas a morar en el palacio y las casó en seguida con dos grandes señores de la corte.
miércoles, 20 de junio de 2012
Cuento con valores: La fiesta de cumpleaños
En un pueblo pequeño había una vez una familia muy querida compuesta por el papá, la mamá y 4 hijas.Las niñas eran muy educadas y les encantaba jugar con animales de peluche. Las mayor tenía 12 años, la segunda, 10, la tercera 8 y la última llamada Carmen tenía 6 años. Eran unas niñas muy buenas y ayudaban a su mamá en los quehaceres de la casa.
Un día el sol salió desde muy temprano y todas ellas se levantaron muy contentas porque era el día del cumpleaños de su mejor amiga llamada Anita, y esperaban que sea las 4 de la tarde para ir a la fiesta y saludarla.
Llegó la hora y todas muy bien vestidas fueron al cumpleaños. Después de saludar a su amiga y darle su regalo, fueron a jugar muy contentas con su amiga y las demás niñas invitadas.
A eso de las 7 pm la mamá fue a recogerlas y llevarlas a casa. Todo había salido muy bien.
Pero cuando estaban por llegar a casa, la mamá notó algo raro en el comportamiento de Carmen la niña de 6 años. Notó que debajo de su abrigo la niña escondía algo que aprisionaba con sus manos, le preguntó que tenía allí y la niña con voz temblorosa le dijo que no tenía nada. Pero la mamá que la conocía muy bien se dio cuenta que mentía, así que le abrió el abrigo y con gran sorpresa vio que tenía un oso de peluche que no era de ella, se lo había traído de la casa de su amiga . La mamá enojada le llamó la atención explicándole que eso no estaba bien, que eso era robar y que debían regresarn inmediatamente a casa de la amiga para devolverlo. Así lo hicieron. Al llegar Carmencita pidió hablar con su amiga y le explicó que se había traído el oso porque le gustó mucho pero que por favor la perdone porque nunca mas lo volvería a hacer. Esta fue una prueba muy grande, pero sirvió, porque Carmen aprendió la lección y nunca mas se llevó nada a casa sin permiso.
Este tipo de actitudes de no consentir ni por una sola vez que los niños se adueñen de cosas por mas insignificante que sean sin permiso, les enseña a ser honrados y personas de bien como lo fueron las 4 hermanas que ahora ya son unas señoritas muy correctas. Y colorín colorado este cuento ha terminado.
(Maria Luz Novoa)
viernes, 15 de junio de 2012
¿Qué es ser papá? pregunta la abuela
Ser papá es algo más que cuatro letras, algo más que dos sílabas dibujadas en las cartillas donde los niños aprenden a leer.
Papá es lo mismo que sembrador, que protector, que guía, que jefe del hogar, que capitán del buque donde navega la familia.
Papá es el marino que frente al timón, preocupado unas veces y otras veces sonriente, se enfrenta a las tempestades en silencio, y cuando sale de ellas - bien sea vencido o victorioso- se sienta en una silla y acaricia el cabello del menor de sus hijos.
Papá es el camino más corto para escaparnos de nosotros mismos hacia las cosas más bellas de este mundo
( Anónimo)
domingo, 10 de junio de 2012
Los abuelos dan mucho amor a sus nietos
Siempre es bueno recordar que los abuelos son los cimientos de la familia, las raíces que
sujetan el árbol de la vida. El abuelo es crucial en el desarrollo de la
autoestima del niño y constituye un referente de seguridad inestimable.
.Al
contar historias del pasado familiar con su estatus de “padre del padre o de la
madre”, hacen que el nieto sienta su presente como la continuación de un pasado
enriquecedor y perfilan
el lugar que ocupa en el mundo. La mayor
alegría para los niños es sentirse seguros en un mundo donde hay adultos
(padres y abuelos) que les quieren.
Un cariño diferente
Los abuelos proporcionan a los niños una seguridad diferente
a la que aportan los padres, más antigua. En ello se encuentra la base de lo
que será nuestra vida amorosa. Por una parte quisieron y amaron a nuestros
padres, y lo hicieron de tal forma que despertaron en ellos el deseo de tener
hijos y repetir la experiencia. Su inconsciente determinó el de nuestros
progenitores y, además, con el amor que nos dirigen, son el refugio más seguro
y cariñoso de la infancia.
Ser abuela permite elaborar psíquicamente el hecho de haber
sido madre. Ahora bien, lo que se da a los nietos es algo diferente. La abuela,
cuando disfruta con su papel, quiere sin condiciones, es el amor más
desinteresado que se puede encontrar en la vida. La abuela puede sentirse
compensada con ver en su nieto una sonrisa que le recuerda a su hijo, porque
encuentra ahí el placer de la transcendencia y de la productividad de su vida.
Además, cuando se es abuela se puede elaborar lo que se hizo mal como madre. La
abuela puede ayudar, pero si no ha conseguido vivir bien su maternidad es más
frecuente que compita con la hija o con la nuera y que proteste por su función.
Los abuelos han sido padres, pero esta experiencia, a veces, no es garantía de
ayuda para los hijos y nietos. Si han tenido sentimientos de inferioridad y no
han podido resolver complejos infantiles, tratarán de compensarlo con los niños
y aquí aparecen los problemas, porque rivalizan con sus propios hijos.
Otra situación difícil se plantea cuando la abuela quita
autoridad a la madre, aunque si ésta actúa segura de sí misma, su autoridad no
se verá mermada. Cuando se encuentre a solas con el niño, conviene que le
aclare la diferencia de puntos de vista debido a que pertenecen a distintas
generaciones. Que el niño comprenda que los abuelos no piensan como sus padres
no es un problema, sino un síntoma muy saludable pues fomenta su capacidad de
tener un criterio propio.
Claves
Los padres esperan que los abuelos sean una fuente de
seguridad, que estén ahí cuando los necesiten. Ahora bien, también desean que
aprueben sus decisiones.
Ese deseo de aprobación es muy importante porque los padres
quieren que les consideren adultos delante de su pareja y de sus hijos, algo
difícil porque con frecuencia los abuelos los siguen viendo como los niños que
fueron. Otro desacuerdo es cuando los padres temen que maleduquen al nieto.
Los abuelos necesitan que se les tengan en cuenta sin que se
les pida más allá de lo que pueden dar. Algunas abuelas, en su incapacidad de
poner límites, aguantan y viven con resignación lo que tendrían que vivir con placer.
Por el contrario, aquella que vive plenamente su condición, transmite un
mensaje de esperanza.
Para evitar rivalidades es necesario establecer claramente
que la educación pertenece a los padres.
Isabel Menéndez
Via: Hoymujer.com
sábado, 9 de junio de 2012
Cuento para niños: Barba Azul
Érase una vez, un hombre sumamente rico, tenía todo cuanto
se puede desear, pero también tenía un defecto, su barba era azul, y esto lo
hacía tan feo que ninguna mujer se le acercabaUna vecina suya tenía dos hermosas hijas, y el caballero
pidió a una en matrimonio, pero permitió que eligiera la que deseara. Como es
natural, ninguna de las muchachas quería, no sólo por su barba, sino porque, el
hombre se había casado varias veces y no se sabía qué había sido de ellas.
Para que entraran en confianza, Barba Azul las invitó junto
a su madre y algunos amigos, a visitar una de sus casas de campo. Estuvieron
ocho días y todo fue paseos y fiestas. Todo resultó de maravilla, tanto, que la
hermana menor comenzó a verlo menos feo y pensó que era un hombre honesto.
Había pasado un mes, cuando Barba Azul dijo a su mujer que
debía salir de viaje por lo menos durante seis semanas, le pidió que se divirtiera
en su ausencia y que invitara a sus amigas y las llevase al campo si deseaba. Y
le entregó las llaves:
- Éstas son las llaves de los guardamuebles; éstas, las de
la vajilla de oro y plata; éstas, las de mis cajas fuertes, donde guardo el oro
y la plata, y ésta, es la llave maestra de todas las habitaciones de la casa.
Pero esta llavecita, es la del gabinete que está en el fondo de la galería del
piso de abajo, puedes abrir todo lo que desees, pero os prohíbo que abráis este
gabinete, de lo contrario, conocerás mi cólera.
La esposa prometió obedecer en todo. El esposo la besó y
partió en su carroza.
Las amigas y vecinas acudieron inmediatamente a la casa,
para curiosear todas sus riquezas, pues no se habían atrevido a visitarla
mientras estaba el marido, por el miedo que les provocaba.
Estaban todas muy entusiasmadas recorriendo las habitaciones
y husmeando entre los guardarropas, los muebles y las joyas, y no paraban de
envidiar a su amiga. Pero ella no se divertía, pues estaba tan intrigada por el
contenido del pequeño gabinete, que no podía esperar ni un minuto más.
Era tan grande la curiosidad, que, olvidándose de las
amigas, bajó por una pequeña escalera, dejando a sus invitadas solas. Al llegar
frente a la puerta se detuvo a reflexionar sobre lo que su marido había dicho,
y sobre las desgracias que podrían ocurrirle si desobedecía. Pero la tentación
pudo más que el sentido común y abrió temblorosa la puerta.
Al entrar no podía ver nada, pues no había ventanas en la
habitación. Caminó unos pasos y tropezó con algo, apenas pudo distinguir de qué
se trataba, la habitación estaba repleta de baúles. Abrió uno y encontró ropa
de mujer en el interior. Comprendió en seguida, que se trataba de los
vestuarios de las mujeres de Barba Azul, pero de ellas no había rastro.
Asustada, abandonó la habitación y volvió a cerrar la puerta, pero la llave
cayó y no pudo encontrarla.
Temblando regresó con sus amigas sin decir palabra. Su
esposo regresaría y sabría que había desobedecido, y ella sufriría el mismo
destino que las demás.
Barba Azul regresó aquella misma noche, pues había recibido
una carta diciendo que se había solucionado el asunto que lo requería. La
muchacha trató de fingir que estaba feliz.
Al día siguiente, cuando el esposo le pidió las llaves, la muchacha
se las entregó temblorosa. Cuando Barba Azul notó que faltaba la llavecita del
gabinete se puso furioso y le dijo:
- Me has desobedecido como las otras, ahora tendrás su mismo
destino. Te encerraré para siempre en la torre de mi casa de campo, aquella en
la que estuvimos. Así aprenderás tu lección.
La esposa lloraba y suplicaba que la perdonara, pero el
esposo tenía el corazón duro como una roca. Atada y amordazada, la llevó hasta
el carruaje y condujo él mismo hasta la casa de campo, donde la encerró en la
torre, tal como lo prometiera. Luego regresó a la ciudad.
La muchacha estaba desolada, la habitación era pequeña y
tenía apenas una ventanita diminuta, por la cual entraba apenas un rayo de luz.
Debía resignarse a terminar allí sus días, a menos que ocurriera un milagro.
Afortunadamente, la hermana de la muchacha había presenciado
cuando el marido se la llevaba por la fuerza y los había seguido a caballo, sin
que Barba Azul lo notara. Regresó a su casa y mandó llamar a sus hermanos que
eran mosqueteros. Contó a los jóvenes lo sucedido, y éstos se encaminaron hasta
la casa de Barba Azul para darle muerte.
Cuando terminaron con Barba Azul, fueron a liberar a su
hermana, que se convirtió en la heredera de todas sus riquezas y las utilizó
para acomodar a toda su familia y para casarse con un joven de buen corazón..
Fuente:Cuentos-infantiles.org
miércoles, 6 de junio de 2012
El cariño ayuda a los niños a sobrellevar cualquier adversidad
Nunca están demás algunos consejos en cuanto a la educación
de los niños.
Las madres que tienen más de un hijo no tienen ninguna duda de que cada niño tiene su propio
carácter. Desde recién nacidos ya pueden apreciar las diferencias. Algunos son
dormilones y pacientes, otros inquietos e incansables. A algunos les divierten
las piruetas que les hace su papá mientras que a otros les disgustan o asustan.
Pueden ser super independientes o por el contrario necesitar sentirse arropados
por alguien familiar.
Tener en cuenta la identidad de los niños es vital para
educarlos y acompañarlos en el crecimiento sin imponer nuestra forma de ser
olvidando la suya. Poco a poco el niño aprenderá que sus opiniones cuentan y
que a veces tiene que limitarse a callar y obedecer.
Los padres están obsesionados con enseñarles unos valores pero
¿cómo?. Por mucho que intentan inculcárselos
con palabras lo mejor creo yo es hacerlo con el ejemplo. Ser coherentes con los
valores y respetar sus preferencias es la mejor educación que se les puede
ofrecer.
Es indispensable valorar su individualidad respetando sus
aficiones, cualidades e intereses por muy distintos que sean a los nuestros.
Debemos permitir que tomen decisiones y que elijan siempre dentro de lo
posible. No conviene ofrecer elección cuando no hay elección posible. Es
importante que si les hemos dejado decidir sobre algo respetemos su decisión
para no llevarles a la confusión.
Y por último, aunque no menos importante, es el cariño. Los
abrazos, mimos y caricias no les van a hacer más débiles, sino todo lo
contrario. Nuestro amor les fortalece y les prepara para poder afrontar y
sobrellevar cualquier adversidad que se les presente en el futuro.
martes, 5 de junio de 2012
¿Porqué mienten los niños? ¿hay alguna forma de evitarlo?
Nos preocupa mucho que nuestros pequeños mientan y esto se
debe por diversas razones:
1.Como imitación al padre o a la madre que miente: Los niños
son como esponjas que absorben todo. Si ellos observan y viven la mentira de
manera cotidiana, aprenden a hacerlo como algo normal y cotidiano. Es el caso
del niño que escucha a su madre negarse al teléfono “dile que no estoy…”. Por
ello, crea un ambiente familiar que favorezca la verdad.
2.Por miedo: Suele ser la causa más común de la mentira en
los niños, quienes por temor a la desaprobación o al castigo por parte de la
madre o del padre, se ven llevados a falsear la verdad. Si el niño sabe que,
por ejemplo, al llevar una nota mala del colegio, su madre se va a enfadar o le
va a prohibir ver la televisión, seguramente dirá que no le han entregado sus
calificaciones aún…
3.Ante la exigencia: Cuando le exigimos mucho al niño,
esperando de él a veces más de lo que esperamos de nosotros mismos, el niño
tiende a hacernos creer que está al nivel de nuestras expectativas y miente
para no defraudarnos.
Sea cual sea la causa concreta de la mentira, siempre es una
señal. El niño miente porque lo necesita. Con la mentira, el niño nos está
diciendo “auxilio”. Más que la conducta mentirosa, analiza la condición
psicológica que traduce: timidez, desamparo, rabia, sentimiento de
inferioridad…
Muchas de las fotos y videos mostrados en este blog han sido
encontrados en internet y se supone que son de dominio público. Si alguna de
las imágenes está violando las leyes de copyright, por favor envíarme un email
y las retiraré enseguida.
Most of the
pictures and videos shown in this blog are found from the Web and are believed
to belong in the public domain. If any image is in violation of the copyright
law, please email me and I will remove it asap.
lunes, 4 de junio de 2012
Las abuelas pueden ser una ayuda de lujo
Si usted tiene problemas para encontrar una persona responsable que pueda quedarse con sus hijos cuando usted sale, o también contar con su compañía para entretener a sus hijos con cuentos, historias, preparar una torta etc. no hay nada mas tranquilizador que una abuela cuidando a sus hijos.
Hay que ponerse en movimiento para encontrar la joya que puede hacerse cargo por horas de nuestros hijos. Hay muchas mujeres entre 50 o 60 años, cuyos maridos se han marchado o han muerto y quieren ser útiles y ganarse la vida.- Muchas familias también tienen dificultades en encontrar una persona que los pueda reemplazar en una emergencia y que también puedan entretener a sus hijos contándoles cuentos historias etc. o también supervisar a la asistente de casa.
Damos esta idea a alguna agencia que pueda contar con este personal de lujo que beneficiará no solo a los niños sino también a las abuelas.
Ya en otros países como en Francia se han abierto agencias de este tipo una de ellas es www.mamieaupair.fr
sábado, 2 de junio de 2012
Enseñar a los niños a ser ordenados y obedientes
Un consejo de la abuela:
Todos queremos que nuestros niños sean ordenados, tanto para
dejar las cosas en su sitio , como también después para recogerlas.
La idea consiste en hacerles partícipes e indicarles cuál es el lugar adecuado para cada cosa. Así, se debe dedicar un día a cada
zona de la casa y a modo de juego decidir qué lugar concreto será el sitio de
cada cosa, proponiendo ellos mismos los que crean más adecuados (aunque algo
haya que inducirles o guiarles, claro), y aceptando casi todas las sugerencias que
ellos haga
Sentirse responsables y con capacidad de tomar decisiones
importantes para el funcionamiento de la casa es para ellos una motivación
enorme. Por supuesto, no deben faltar los halagos siempre que lo hagan bien.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)