jueves, 4 de febrero de 2010

Cuento: A miles de kilómetros de Alfredo Gómez Cerdá


A MILES DE KILOMETROS



José tenía doce años y trabajaba doce horas al día. No quería cumplir más años por si al patrón se le ocurría aumentarle también la jornada. A pesar de eso, era una suerte, pues solo los niños más afortunados de su barrio conseguían un trabajo, como él. El resto, vivía en la calle y de la calle. Un día, José se encontró un pequeño cofre de madera. Estaba muy viejo y su cerradura de hierro, roñosa. Desde luego, no servía para nada. Intentó abrirlo varias veces, pero no lo consiguió. La tapa parecía literalmente soldada al resto. Cansado de forcejear con él, lo guardó junto a sus pocas pertenencias, pensando que le serviría para hacer astillas con las que prender el fogón, y se echó a dormir.

A miles de kilómetros de donde José vivía, Santiago salió de un moderno edificio. Antes de entrar en el lujoso coche que le estaba esperando en la puerta, con el chofer haciéndole una reverencia, volvió la cabeza y sonrió satisfecho. Aquel edificio era la sede central de su empresa, que ya estaba extendida por todo el planeta. Por eso, Santiago era una de los hombres más ricos del mundo. Antes de entrar en el coche, junto al bordillo de la acera, vio algo que brillaba. Aunque no acostumbraba a hacerlo, se agachó y recogió un objeto. Ya en el coche, lo estuvo observando con detenimiento. Se trataba de una llave de oro. Se preguntó qué podría abrir aquella llave; sin duda, tendría que ser algo muy valioso. Pero como no encontraba una respuesta, se guardó aquella llave en el bolsillo de su americana, apoyó la cabeza en el respaldo mullido del asiento y se quedó dormido…

…Tenía un largo camino por delante de miles de kilómetros y necesitaba estar descansado. Su edad era también de doce años, al igual que José, pero sólo trabajaba dos horas escasas al día. Se dirigía hacia un pobre barrio, por motivos de trabajo. José se había enterado de que iba a visitar su barrio Santiago el consejero. Santiago era un niño rico, sin dificultades en la vida y del que decían que tenía respuesta a todo. Pero José no se creía esto último y, para demostrar que era un estafador, decidió preguntarle algo que nunca podría responder, así que cogió su cofre y se dirigió al edificio más moderno del barrio, la empresa de Santiago.

Santiago llegó a su lujoso despacho y se acomodó en el sillón. Sabía que en ese tipo de barrios tan lúgubres, los niños, andrajosos y sucios, entraban en su tienda pero no compraban nada, sino que le pedían consejo. Casi al caer la tarde llegó uno de esos niños con un viejo cofre en la mano. - ¿Puedes abrir esto?- Preguntó José sin andarse con rodeos. Santiago estuvo a punto de decirle que no pero, para sorpresa de José, se sacó una llave del bolsillo y la insertó en la cerradura. El pequeño cofre se abrió mostrando un espejito de oro, que reflejaba por las dos caras. José se miro en una y se vio todo despeinado, sucio y con la ropa echa jirones; Santiago se miró en la otra cara y se vio limpio, bien arreglado y con su chaqueta más cara. De repente, al estar los dos reflejados, José entendió el mundo de Santiago, que era más duro de lo que el pensaba y Santiago entendió a José, que era feliz a pesar de su pobreza. Y así, los dos se hicieron muy amigos, y los miles de kilómetros que les separaban se convirtieron en unos escasos centímetros".
Cuentos infantiles, niños,

jueves, 31 de diciembre de 2009

Cuento para niños :La nube avariciosa



De Pedro Pablo Sacristán




LA NUBE AVARICIOSA



Érase una vez una nube que vivía sobre un país muy bello. Un día, vio pasar otra nube mucho más grande y sintió tanta envidia, que decidió que para ser más grande nunca más daría su agua a nadie, y nunca más llovería.

Efectivamente, la nube fue creciendo, al tiempo que su país se secaba. Primero se secaron los ríos, luego se fueron las personas, después los animales, y finalmente las plantas, hasta que aquel país se convirtió en un desierto. A la nube no le importó mucho, pero no se dio cuenta de que al estar sobre un desierto, ya no había ningún sitio de donde sacar agua para seguir creciendo, y lentamente, la nube empezó a perder tamaño, sin poder hacer nada para evitarlo.
La nube comprendió entonces su error, y que su avaricia y egoísmo serían la causa de su desaparición, pero justo antes de evaporarse, cuando sólo quedaba de ella un suspiro de algodón, apareció una suave brisa. La nube era tan pequeña y pesaba tan poco, que el viento la llevó consigo mucho tiempo hasta llegar a un país lejano, precioso, donde volvió a recuperar su tamaño.
Y aprendida la lección, siguió siendo una nube pequeña y modesta, pero dejaba lluvias tan generosas y cuidadas, que aquel país se convirtió en el más verde, más bonito y con más arcoiris del mundo.
Cuentos infantiles, cuentos para niños, nubes,

sábado, 19 de diciembre de 2009

Juanito el niño que no quería comer


Había una vez un niño llamado Juanito, muy estudioso, pero que tenía un gran defecto: no le gustaba comer y estaba muy, pero muy delgado. Su madre por más que se esforzaba y trataba de hacer comidas muy apetitosas y llamativas no lograba que Juanito comiese y fue así que empezó a adelgazar y adelgazar hasta convertirse en un niño muy flaco.

Un día Juanito estaba jugando con sus amigos en la puerta de su casa cuando empezó a cambiar el clima y a soplar un fuerte viento, éste era tan, pero tan fuerte que todo volaba por los aires.
Todos los niños entraron a sus casas, pero Juanito no tuvo la misma suerte y por ser tan flaquito y no tener peso, se lo llevó el viento volando por los aires y por más que gritó y gritó pidiendo auxilio nadie lo pudo ayudar.

Para buena suerte había un hermoso árbol de Navidad muy alto que los vecinos habían decorado y adornaba la ciudad por las fiestas navideñas y fue allí donde Juanito fue a parar y quedó enganchado en la parte mas alta del árbol.

Ya se imaginan el susto de Juanito, de verse enganchado en el árbol. Por mas que pedía auxilio nadie lo escuchaba y así paso un buen rato. Cuando el viento dejó de soplar, los niños y la mamá salieron a buscarlo, y estaban muy preocupados por lo que le pudiera haberle sucedido.

Buscaron y buscaron hasta que llegaron al parque donde estaba el gran árbol de Navidad. Juanito al ver a su mamá y a sus amigos los llamó para que lo ayudaran pero su voz era tan débil que nadie lo escuchó y él no podía moverse de allí por miedo a caer.

Cuando empezó a oscurecer era mas grande la angustia de Juanito y de sus padres y amigos de no poder encontrarlo, sin embargo no perdieron las esperanzas.

Mientras tanto Juanito que ya no podía mas de estar prendido en el árbol intentó bajarse de él con sumo cuidado. Y fue así que sus amigos lo vieron cuando lo buscaban de nuevo por ahí y lo ayudaron a bajar.

Su mamá al encontrarlo lo abrazó y Juanito se dio cuenta que por no alimentarse se lo había llevado el viento, así que desde ese momento le pidió a su mamá que le sirva su comida y nunca más se quedó sin comer y Juanito se volvió un niño muy fuerte ,
Y colorín colorado este cuento ha terminado.
cuentos infantiles, cuentos para niños, educativos,

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