EL CIEGO
Mientras el perrillo, echado,
muerde el cordel que le amarra,
templa su bronca guitarra
el ciego desventurado.
Después de luchas prolijas
le arranca infernales notas,
que dos cuerdas tiene rotas
y gastadas las clavijas.
Distintas músicas son
las del mísero instrumento,
y siempre es el mismo acento
siempre es igual la canción.
Que con famélico afán,
la guitarra vibradora
del ciego en las manos llora
cuando canta y grita: ¡pan!
Vistiendo negros crespones
llega la noche sombría,
no tan negra ni tan fría
como están los corazones.
Se extingue todo ruido...
Solo en la calle ha quedado,
y a su guitarra abrazado
el ciego, al fin se ha dormido.
Si alguno,en su turbación
caminando con torpeza ,
en la guitarra tropieza,
se escucha una vibración;
que a los que vienen y van,
la guitarra, al ser herida,
grita con voz dolorida
rompiendo el silencio: ¡pan!.
(de José de Velilla)