lunes, 6 de junio de 2011

Cuento para niños: La Sirenita




Cuento para niños: La Sirenita

En el fondo del más azul de los océanos había un maravilloso palacio en el cual habitaba el Rey del Mar, un viejo y sabio tritón que tenía una abundante barba blanca. Vivía en esta espléndida mansión de coral multicolor y de conchas preciosas, junto a sus hijas, cinco bellísimas sirenas...

La Sirenita, la más joven, además de ser la más bella poseía una voz maravillosa; cuando cantaba acompañándose con el arpa, los peces acudían de todas partes para escucharla, las conchas se abrían, mostrando sus perlas, y las medusas al oírla dejaban de flotar.

La pequeña sirena casi siempre estaba cantando, y cada vez que lo hacía levantaba la vista buscando la débil luz del sol, que a duras penas se filtraba a través de las aguas profundas.

-¡Oh! ¡Cuánto me gustaría salir a la superficie para ver por fin el cielo que todos dicen que es tan bonito, y escuchar la voz de los hombres y oler el perfume de las flores!

-Todavía eres demasiado joven -respondió la abuela-. Dentro de unos años, cuando tengas quince, el rey te dará permiso para subir a la superficie, como a tus hermanas.

La Sirenita soñaba con el mundo de los hombres, el cual conocía a través de los relatos de sus hermanas, a quienes interrogaba durante horas para satisfacer su inagotable curiosidad cada vez que volvían de la superficie. En este tiempo, mientras esperaba salir a la superficie para conocer el universo ignorado, se ocupaba de su maravilloso jardín adornado con flores marítimas. Los caballitos de mar le hacían compañía y los delfines se le acercaban para jugar con ella; únicamente las estrellas de mar, quisquillosas, no respondían a su llamada.

Por fin llegó el cumpleaños tan esperado y, durante toda la noche precedente, no consiguió dormir. A la mañana siguiente el padre la llamó y, al acariciarle sus largos y rubios cabellos, vio esculpida en su hombro una hermosísima flor.

-¡Bien, ya puedes salir a respirar el aire y ver el cielo! ¡Pero recuerda que el mundo de arriba no es el nuestro, sólo podemos admirarlo! Somos hijos del mar y no tenemos alma como los hombres. Sé prudente y no te acerques a ellos. ¡Sólo te traerían desgracias!

Apenas su padre terminó de hablar, La Sirenita le di un beso y se dirigió hacia la superficie, deslizándose ligera. Se sentía tan veloz que ni siquiera los peces conseguían alcanzarla. De repente emergió del agua. ¡Qué fascinante! Veía por primera vez el cielo azul y las primeras estrellas centelleantes al anochecer. El sol, que ya se había puesto en el horizonte, había dejado sobre las olas un reflejo dorado que se diluía lentamente. Las gaviotas revoloteaban por encima de La Sirenita y dejaban oír sus alegres graznidos de bienvenida.

-¡Qué hermoso es todo! -exclamó feliz, dando palmadas.

Pero su asombro y admiración aumentaron todavía: una nave se acercaba despacio al escollo donde estaba La Sirenita. Los marinos echaron el ancla, y la nave, así amarrada, se balanceó sobre la superficie del mar en calma. La Sirenita escuchaba sus voces y comentarios. “¡Cómo me gustaría hablar con ellos!", pensó. Pero al decirlo, miró su larga cola cimbreante, que tenía en lugar de piernas, y se sintió acongojada: “¡Jamás seré como ellos!”

A bordo parecía que todos estuviesen poseídos por una extraña animación y, al cabo de poco, la noche se llenó de vítores: “¡Viva nuestro capitán! ¡Vivan sus veinte años!” La pequeña sirena, atónita y extasiada, había descubierto mientras tanto al joven al que iba dirigido todo aquel alborozo. Alto, moreno, de porte real, sonreía feliz. La Sirenita no podía dejar de mirarlo y una extraña sensación de alegría y sufrimiento al mismo tiempo, que nunca había sentido con anterioridad, le oprimió el corazón.

La fiesta seguía a bordo, pero el mar se encrespaba cada vez más. La Sirenita se dio cuenta en seguida del peligro que corrían aquellos hombres: un viento helado y repentino agitó las olas, el cielo entintado de negro se desgarró con relámpagos amenazantes y una terrible borrasca sorprendió a la nave desprevenida.

-¡Cuidado! ¡El mar...! -en vano la Sirenita gritó y gritó.

Pero sus gritos, silenciados por el rumor del viento, no fueron oídos, y las olas, cada vez más altas, sacudieron con fuerza la nave. Después, bajo los gritos desesperados de los marineros, la arboladura y las velas se abatieron sobre cubierta, y con un siniestro fragor el barco se hundió. La Sirenita, que momentos antes había visto cómo el joven capitán caía al mar, se puso a nadar para socorrerlo. Lo buscó inútilmente durante mucho rato entre las olas gigantescas. Había casi renunciado, cuando de improviso, milagrosamente, lo vio sobre la cresta blanca de una ola cercana y, de golpe, lo tuvo en sus brazos.

El joven estaba inconsciente, mientras la Sirenita, nadando con todas sus fuerzas, lo sostenía para rescatarlo de una muerte segura. Lo sostuvo hasta que la tempestad amainó. Al alba, que despuntaba sobre un mar todavía lívido, la Sirenita se sintió feliz al acercarse a tierra y poder depositar el cuerpo del joven sobre la arena de la playa. Al no poder andar, permaneció mucho tiempo a su lado con la cola lamiendo el agua, frotando las manos del joven y dándole calor con su cuerpo.

Hasta que un murmullo de voces que se aproximaban la obligaron a buscar refugio en el mar.

-¡Corran! ¡Corran! -gritaba una dama de forma atolondrada- ¡Hay un hombre en la playa! ¡Está vivo! ¡Pobrecito...! ¡Ha sido la tormenta...! ¡Llevémoslo al castillo! ¡No! ¡No! Es mejor pedir ayuda...

La primera cosa que vio el joven al recobrar el conocimiento, fue el hermoso semblante de la más joven de las tres damas.

-¡Gracias por haberme salvado! -le susurró a la bella desconocida.

La Sirenita, desde el agua, vio que el hombre al que había salvado se dirigía hacia el castillo, ignorante de que fuese ella, y no la otra, quien lo había salvado.

Pausadamente nadó hacia el mar abierto; sabía que, en aquella playa, detrás suyo, había dejado algo de lo que nunca hubiera querido separarse. ¡Oh! ¡Qué maravillosas habían sido las horas transcurridas durante la tormenta teniendo al joven entre sus brazos!

Cuando llegó a la mansión paterna, la Sirenita empezó su relato, pero de pronto sintió un nudo en la garganta y, echándose a llorar, se refugió en su habitación. Días y más días permaneció encerrada sin querer ver a nadie, rehusando incluso hasta los alimentos. Sabía que su amor por el joven capitán era un amor sin esperanza, porque ella, la Sirenita, nunca podría casarse con un hombre.

Sólo la Hechicera de los Abismos podía socorrerla. Pero, ¿a qué precio? A pesar de todo decidió consultarla.

-¡...por consiguiente, quieres deshacerte de tu cola de pez! Y supongo que querrás dos piernas. ¡De acuerdo! Pero deberás sufrir atrozmente y, cada vez que pongas los pies en el suelo sentirás un terrible dolor.

-¡No me importa -respondió la Sirenita con lágrimas en los ojos- a condición de que pueda volver con él!

¡No he terminado todavía! -dijo la vieja-. ¡Deberás darme tu hermosa voz y te quedarás muda para siempre! Pero recuerda: si el hombre que amas se casa con otra, tu cuerpo desaparecerá en el agua como la espuma de una ola.

-¡Acepto! -dijo por último la Sirenita y, sin dudar un instante, le pidió el frasco que contenía la poción prodigiosa. Se dirigió a la playa y, en las proximidades de su mansión, emergió a la superficie; se arrastró a duras penas por la orilla y se bebió la pócima de la hechicera.

Inmediatamente, un fuerte dolor le hizo perder el conocimiento y cuando volvió en sí, vio a su lado, como entre brumas, aquel semblante tan querido sonriéndole. El príncipe allí la encontró y, recordando que también él fue un náufrago, cubrió tiernamente con su capa aquel cuerpo que el mar había traído.

-No temas -le dijo de repente-. Estás a salvo. ¿De dónde vienes?

Pero la Sirenita, a la que la bruja dejó muda, no pudo responderle.

-Te llevaré al castillo y te curaré.

Durante los días siguientes, para la Sirenita empezó una nueva vida: llevaba maravillosos vestidos y acompañaba al príncipe en sus paseos. Una noche fue invitada al baile que daba la corte, pero tal y como había predicho la bruja, cada paso, cada movimiento de las piernas le producía atroces dolores como premio de poder vivir junto a su amado. Aunque no pudiese responder con palabras a las atenciones del príncipe, éste le tenía afecto y la colmaba de gentilezas. Sin embargo, el joven tenía en su corazón a la desconocida dama que había visto cuando fue rescatado después del naufragio.

Desde entonces no la había visto más porque, después de ser salvado, la desconocida dama tuvo que partir de inmediato a su país. Cuando estaba con la Sirenita, el príncipe le profesaba a ésta un sincero afecto, pero no desaparecía la otra de su pensamiento. Y la pequeña sirena, que se daba cuenta de que no era ella la predilecta del joven, sufría aún más. Por las noches, la Sirenita dejaba a escondidas el castillo para ir a llorar junto a la playa.

Pero el destino le reservaba otra sorpresa. Un día, desde lo alto del torreón del castillo, fue avistada una gran nave que se acercaba al puerto, y el príncipe decidió ir a recibirla acompañado de la Sirenita.

La desconocida que el príncipe llevaba en el corazón bajó del barco y, al verla, el joven corrió feliz a su encuentro. La Sirenita, petrificada, sintió un agudo dolor en el corazón. En aquel momento supo que perdería a su príncipe para siempre. La desconocida dama fue pedida en matrimonio por el príncipe enamorado, y la dama lo aceptó con agrado, puesto que ella también estaba enamorada. Al cabo de unos días de celebrarse la boda, los esposos fueron invitados a hacer un viaje por mar en la gran nave que estaba amarrada todavía en el puerto. La Sirenita también subió a bordo con ellos, y el viaje dio comienzo.

Al caer la noche, la Sirenita, angustiada por haber perdido para siempre a su amado, subió a cubierta. Recordando la profecía de la hechicera, estaba dispuesta a sacrificar su vida y a desaparecer en el mar. Procedente del mar, escuchó la llamada de sus hermanas:

-¡Sirenita! ¡Sirenita! ¡Somos nosotras, tus hermanas! ¡Mira! ¿Ves este puñal? Es un puñal mágico que hemos obtenido de la bruja a cambio de nuestros cabellos. ¡Tómalo y, antes de que amanezca, mata al príncipe! Si lo haces, podrás volver a ser una sirenita como antes y olvidarás todas tus penas.

Como en un sueño, la Sirenita, sujetando el puñal, se dirigió hacia el camarote de los esposos. Mas cuando vio el semblante del príncipe durmiendo, le dio un beso furtivo y subió de nuevo a cubierta. Cuando ya amanecía, arrojó el arma al mar, dirigió una última mirada al mundo que dejaba y se lanzó entre las olas, dispuesta a desaparecer y volverse espuma.

Cuando el sol despuntaba en el horizonte, lanzó un rayo amarillento sobre el mar y, la Sirenita, desde las aguas heladas, se volvió para ver la luz por última vez. Pero de improviso, como por encanto, una fuerza misteriosa la arrancó del agua y la transportó hacia lo más alto del cielo. Las nubes se teñían de rosa y el mar rugía con la primera brisa de la mañana, cuando la pequeña sirena oyó cuchichear en medio de un sonido de campanillas:

-¡Sirenita! ¡Sirenita! ¡Ven con nosotras!

-¿Quiénes son? -murmuró la muchacha, dándose cuenta de que había recobrado la voz-. ¿Dónde están?

-Estás con nosotras en el cielo. Somos las hadas del viento. No tenemos alma como los hombres, pero es nuestro deber ayudar a quienes hayan demostrado buena voluntad hacia ellos.

La Sirenita, conmovida, miró hacia abajo, hacia el mar en el que navegaba el barco del príncipe, y notó que los ojos se le llenaban de lágrimas, mientras las hadas le susurraban:

-¡Fíjate! Las flores de la tierra esperan que nuestras lágrimas se transformen en rocío de la mañana. ¡Ven con nosotras! Volemos hacia los países cálidos, donde el aire mata a los hombres, para llevar ahí un viento fresco. Por donde pasemos llevaremos socorros y consuelos, y cuando hayamos hecho el bien durante trescientos años, recibiremos un alma inmortal y podremos participar de la eterna felicidad de los hombres -le decían.

-¡Tú has hecho con tu corazón los mismos esfuerzos que nosotras, has sufrido y salido victoriosa de tus pruebas y te has elevado hasta el mundo de los espíritus del aire, donde no depende más que de ti conquistar un alma inmortal por tus buenas acciones! -le dijeron.

Y la Sirenita, levantando los brazos al cielo, lloró por primera vez.

Oyéronse de nuevo en el buque los cantos de alegría: vio al Príncipe y a su linda esposa mirar con melancolía la espuma juguetona de las olas. La Sirenita, en estado invisible, abrazó a la esposa del Príncipe, envió una sonrisa al esposo, y en seguida subió con las demás hijas del viento envuelta en una nube color de rosa que se elevó hasta el cielo.

Hans Christian Andersen

Adivinanzas para los niños pequeños



Adivinanzas para niños pequeños

¿Qué cosa es…
¿Qué cosa es…
que corre mucho
y no tiene pies?
(El viento)

Y lo es, y lo es
y no me lo adivinas
en un mes.
( El hilo)

Te la digo, te la digo,
te la vuelvo a repetir;
te la digo veinte veces
y no me la sabes decir.
(La tela)

Este banco está ocupado

por un padre y por un hijo.
El padre se llama Juan
el hijo ya te lo he dicho
(Esteban)


Nace en el mar,
muere en el río.
Ese es mi nombre…
¡pues vaya un lío!
(Mario)

Blanco es,
la gallina lo pone,
con aceite se fríe
y con pan se come.
(El huevo)

jueves, 28 de abril de 2011

Cuento para niños_ El bosque mágico


El bosque mágico
por Andrés Martín Soriano




Había una vez dos hermanas a las que les gustaba mucho disfrutar de la naturaleza y en particular de la montaña. Marta y Paula, eran sus nombres. Vivían con sus padres en la ciudad, aunque tenían una casa en un pequeño pueblo de montaña rodeado por dos inmensos valles llenos de bosques y dónde solían pasar los fines de semana y las vacaciones. Los valles estaban separados por un gran lago al que solían acudir a pasear en una pequeña barca de remos que su papa había construido en sus ratos libres.

Al otro lado de la orilla del Lago vivía un viejo leñador en compañía de un bonito perro pastor y rodeado de los animales del bosque que frecuentemente le visitaban.
El viejo leñador, era un hombre muy alto, con una gran barba blanca y, pese a que su rostro delataba el paso del tiempo, todavía se notaba que había sido un hombre fuerte y vigoroso. Tenía fama de ser una persona solitaria y huraña y con muy mal genio. Muy pocas veces se dejaba ver por el pueblo. Sólo cuando necesitaba comprar comida o materiales para reparar su vieja cabaña. No se relacionaba con nadie.


En alguna ocasión, Marta y Paula habían coincidido con él en la tienda de comestibles y a pesar de su semblante serio y distante, la verdad es que a ellas no les parecía una persona tan rara, más bien les parecía que tenía una mirada entrañable y les recordaba a su abuelito. Pero lo que más fascinaba a Marta y a Paula del viejo leñador era la leyenda que sobre él se había extendido entre los habitantes del pueblo.


Según esta leyenda, el viejo leñador tenía un poder mágico y especial que le permitía hablar con los animales que habitaban el bosque.
Marta y Paula decidieron comprobar con sus propios ojos el poder mágico del viejo leñador y para ello, una mañana mientras sus padres estaban en el pueblo, se subieron a la barca de remos y llegaron al otro lado del lago donde vivía el viejo leñador.


Sin hacer ruido se acercaron hasta la vieja cabaña y detrás de un arbusto decidieron esperar a que los animales se acercaran a la vieja cabaña. Después de esperar un rato, observaron como se acercaban los animales del bosque. Allí estaban las ardillas, los osos, el búho, los ciervos, las cabras. Todos ellos se aproximaban sin ningún temor hasta la vieja cabaña, donde se encontraba sentado en el porche el viejo leñador, que les llamaba para que se acercaran y comieran la comida que les había preparado. Los animales del bosque, mientras comían, saltaban de alegría alrededor del viejo leñador.
Después de comer, el viejo leñador aprovechó para curar la pata herida de un pequeño cervatillo ante la atenta mirada de papá y mamá ciervo. Después, los animales comenzaron a marchar hacia el bosque, no sin antes, agradecer al viejo leñador el estupendo festín que les había preparado, mediante el gruñir característico de cada uno de ellos.
Marta y Paula presenciaron con asombro lo ocurrido, pero quedaron un poco decepcionadas porque comprobaron que los animales no hablaban. Aun así, decidieron acercarse hasta la vieja cabaña. El viejo leñador a verlas, les invitó a sentarse a su lado, ofreciéndoles un poco de naranjada y un pastel de ricas frutas del bosque que el mismo había preparado.
Marta y Paula no pudieron resistir la tentación de comentar al viejo leñador lo que se decía en el pueblo sobre la famosa leyenda. En ese momento, el viejo leñador comenzó a reír y a reír sin parar y sus risas resonaron en todo el bosque. Marta y Paula no entendían nada.
A continuación, el viejo leñador, aún sonriente, le explicó que para comunicarse con los animales no hace falta hablar con ellos, simplemente se trata de respetar sus costumbres, los sitios donde viven, de quererlos y de ayudarlos cuando lo necesitan, porque los animales son más inteligentes de lo que creemos y ellos también entienden a las personas que les tratan con cariño, y transmitir ese cariño y respeto es la mejor forma de comunicarse con ellos, y además eso también ocurre con las personas.
Fue una tarde llena de emociones. Marta y Paula, agradecieron al viejo leñador su hospitalidad y el haber aprendido una buena lección de convivencia y respeto, por lo que prometieron volver todas las tardes para ayudar al viejo leñador a dar de comer a los animales y lo que es más importante a comunicarse con ellos.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado
FIN

Por el dia de la Madre : EL ANGEL DE LOS NIÑOS



Cuenta una antigua leyenda que un niño que estaba por nacer, le dijo a Dios:
- Me dicen que me vas a enviar mañana a la Tierra; pero ¿ Cómo viviré tan pequeño e indefenso como soy?
- Entre muchos angeles escogí uno para tí, que te estará esperando: El te cuidará.
-Pero dime: Aquí en el cielo no hago mas que cantar y sonreir, ¡eso basta para ser feliz,!,
-Y como entender que la gente me hable, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
-Tu angel te dirá las palabras mas dulces y mas tiernas que puedas escuchar, y con mucha paciencia y cariño te enseñará a hablar.
- Y, que haré cuando quiera hablar contigo?
- Tu angel te juntará las manitos y te enseñarça a orar.
- He oido que en el Tierra hay hombres malos, y quien me defenderá?
-Tu angel te defenderá aún a costa de su propia vida.
-Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor.
-Tu angel te hablará de mi y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia., aunque yo siempre estaré a tu lado.
En ese instante, una gran paz reinaba en el Cielo pero ya se oían voces terrestres y el niño presuroso, repetia suavemente:
-Dios mío, si ya me voy dime su nombre
-¿Cómo se llama mi angel?
-Su nombre no importa, tú solo le dirás: Mamá.


                       ( Autor: Anónimo)

viernes, 1 de abril de 2011

Cuentos infantiles: Juan sin Miedo


Érase una vez, en una pequeña aldea, un anciano padre con sus dos hijos. El mayor era trabajador y llenaba de alegría y de satisfacción el corazón de su padre, mientras el más joven sólo le daba disgustos. Un día el padre le llamó y le dijo:
- Hijo mío, sabes que no tengo mucho que dejaros a tu hermano y a ti, y sin embargo aún no has aprendido ningún oficio que te sirva para ganarte el pan. ¿Qué te gustaría aprender?
Y le contestó Juan:
- Muchas veces oigo relatos que hablan de monstruos, fantasmas,… y al contrario de la gente, no siento miedo. Padre, quiero aprender a sentir miedo.
El padre, enfadado, le gritó:
- Estoy hablando de tu porvenir, y ¿tú quieres aprender a tener miedo? Si es lo que quieres, pues márchate a aprenderlo.
Juan recogió sus cosas, se despidió de su hermano y de su padre, y emprendió su camino.


Cerca de un molino encontró a un sacristán con el que entabló conversación. Se presentó como Juan Sin Miedo.
- ¿Juan Sin Miedo? ¡Extraño nombre! - Se sorprendió el sacristán.
- Verás, nunca he conocido el miedo, he partido de mi casa con la intención de que alguien me pueda mostrar lo que es, - dijo Juan
- Quizá pueda ayudarte: Cuentan que más allá del valle, muy lejos, hay un castillo encantado por un malvado mago. El monarca que allí gobierna ha prometido la mano de su linda hija a aquel que consiga recuperar el castillo y el tesoro. Hasta ahora, todos los que lo intentaron huyeron asustados o murieron de miedo.
- Quizá, quizá allí pueda sentir el miedo, se animó Juan.


Juan decidió caminar, vislumbró a lo lejos las torres más altas de un castillo en el que no ondeaban banderas. Se acercó y se dirigió a la residencia del rey. Dos guardias reales cuidaban la puerta principal. Juan se acercó y dijo:
- Soy Juan Sin Miedo, y deseo ver a vuestro Rey. Quizá me permita entrar en su castillo y sentir eso a lo que llaman miedo.
El más fuerte le acompañó al Salón del Trono. El monarca expuso las condiciones que ya habían escuchado otros candidatos: si consigues pasar tres noches seguidas en el castillo, derrotar a los espíritus y devolverme mi tesoro, te concederé la mano de mi amada y bella hija, y la mitad de mi reino como dote.
- Se lo agradezco, su Majestad, pero yo sólo he venido para saber lo que es el miedo, le dijo Juan.
"Qué hombre tan valiente, qué honesto", pensó el rey, "pero ya guardo pocas esperanzas de recuperar mis dominios,...tantos han sido los que lo han intentado hasta ahora..."


Juan sin Miedo se dispuso a pasar la primera noche en el castillo. Le despertó un alarido impresionante.
- ¡Uhhhhhhhhh! Un espectro tenebroso se deslizaba sobre el suelo sin tocarlo.
- ¿Quién eres tú, que te atreves a despertarme? - preguntó Juan.
Un nuevo alarido por respuesta, y Juan Sin Miedo le tapó la boca con una bandeja que adornaba la mesa. El espectro quedó mudo y se deshizo en el aire.


A la mañana siguiente el soberano visitó a Juan Sin Miedo y pensó: "Es sólo una pequeña batalla. Aún quedan dos noches". Pasó el día y se fue el sol. Como la noche anterior, Juan Sin Miedo se disponía a dormir, pero esta vez apareció un fantasma espantoso que lanzó un bramido: ¡Uhhhhhhhhhh! Juan Sin Miedo cogió un hacha que colgaba de la pared, y cortó la cadena que el fantasma arrastraba la bola. Al no estar sujeto, el fantasma se elevó y desapareció.


El rey le visitó al amanecer y pensó: "Nada de esto habrá servido si no repite la hazaña una vez más". Llegó el tercer atardecer, y después, la noche. Juan Sin Miedo ya dormía cuando escuchó acercarse a una momia espeluznante. Y preguntó:
- Dime qué motivo tienes para interrumpir mi sueño.
Como no contestaba, agarró un extremo de la venda y tiró. Retiró todas las vendas y encontró a un mago:
- Mi magia no vale contra ti. Déjame libre y romperé el encantamiento.


La ciudad en pleno se había reunido a las puertas del castillo, y cuando apareció Juan Sin Miedo el soberano dijo: "¡Cumpliré mi promesa!" Pero no acabó aquí la historia: cierto día en que el ahora príncipe dormía, la princesa decidió sorprenderle regalándole una pecera. Pero tropezó al inclinarse, y el contenido, agua y peces cayeron sobre el lecho que ocupaba Juan.
- ¡Ahhhhhh! - Exclamó Juan al sentir los peces en su cara - ¡Qué miedo! La princesa reía viendo cómo unos simples peces de colores habían asustado al que permaneció impasible ante espectros y aparecidos: Te guardaré el secreto, dijo la princesa. Y así fue, y aún se le conoce como Juan Sin Miedo.

Un cuento de los hermanos Grimm

domingo, 20 de marzo de 2011

Hermosa carta de un padre a su hijo



'Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo. Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: " ¡Adiós, papito!" y yo fruncí el entrecejo y te respondí: "¡Ten erguidos los hombros!" Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso. ¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido?


(...) Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera. Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros. Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo.


He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: "No es más que un niño, un niño pequeñito". Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado.''





W. Livingston Larned

Fuente. Lecturas para compartir

martes, 15 de marzo de 2011

Cuento sobre el amor filial: De sonrisa en sonrisa

Cuento que fomenta el amor filial



Una mañana, Patricia se despertó asustada por un sueño que había tenido. Soñó que a todas las personas que conocía se les había borrado la sonrisa. Estaba rodeada de gente muy triste, con caras alargadas, con el ceño fruncido, con rostros llenos de amargura, cosa que no le agradó nada.


Hasta su mamá, que era muy alegre y siempre tenía un chiste para compartir, sólo gritaba y mostraba mal humor. De igual manera su padre y hermano; por no hablar de la maestra, que tenía un rostro de estatua, y sus compañeros de clase, quienes ni con una broma reían. Esto angustió mucho a Patricia, ya que siempre pensaba que la sonrisa era la forma natural de comunicarse para entender al amigo, al hermano y a los padres. Esto lo pensaba debido a que sus mejores ratos los había vivido cuando todos los miembros de la familia se reían.


Pero llegó al punto de que el susto invadió todo su cuerpo y dijo:
"Menos mal que sólo fue un sueño", al momento en que su mamá llegó a la cama con el desayuno y una tremenda sonrisa, dándole un beso y diciéndole que el día hay que empezarlo feliz.

Cuento de Maén Puerta (Venezuela)

miércoles, 9 de marzo de 2011

Juegos infantiles para que los niños se entretengan en casa y tu puedas descansar



Parece difícil entretener a los niños sin salir de casa, pero hay muchas opciones. Estos juegos infantiles les encantará a los niños y tú podras descansar.

Una buena idea para que tus hijos se diviertan y tú no termines agotada consiste en turnarte con algunas vecinas que tengan hijos con edades similares a las de los tuyos y reunir a los niños cada tarde en una casa. Así todas podréis descansar algún día. A los que tienen entre 3 y 5 años les encantarán estas actividades.



PASARELA DE MODELOS


Mete en un baúl prendas viejas de ropa de toda la familia y muchos accesorios (collares, guantes, sombreros...). Diles que se lo vayan probando todo y hazles una sesión de fotos con los modelitos que se vayan poniendo.


TEATRO DE TÍTERES
Usa tres marionetas de mano (el malo, el bueno y la princesa) y un sofá tras el que esconderte. Inventa una historia sencilla y pon voz a los personajes. Poco a poco los niños se irán involucrando en la historia y cuando la princesa despistada les pregunte: "¿Habéis visto al malo?", ellos contestarán nerviosos: "¡Está detrás de ti!".


VUESTRA PELÍCULA
Invéntate un cuento corto, disfraza a los niños y proponles que lo escenifiquen mientras tú los grabas en vídeo. Luego les entusiasmará verse en la tele e incluso discutirán sobre quién será el protagonista del cuento siguiente.


SOMOS JARDINEROS
Coge un recipiente de plástico, mete una esponja y empápala de agua. Coloca encima granitos de maíz y deja el recipiente al lado de una ventana a la que dé el sol. Riega la esponja a menudo y en unos cuantos días (la próxima vez que los peques se reúnan en tu casa) saldrán brotes.


VAMOS DE PESCA
Con un palo, un hilo y un pequeño alambre doblado en forma de anzuelo, fabrica una caña para "pescar" los juguetes del suelo. Puedes hacer varias cañas, para que jueguen todos los niños a la vez o, si no son muchos, enseñarles a usar la caña por turnos.


UN ÁRBOL GENEALÓGICO
Buscad fotos de abuelos, tíos, primos y hermanos, coged una cartulina grande e id pegando las fotos por orden, poniendo debajo el nombre, el parentesco y alguna anécdota divertida. Colocad primero a los abuelos, luego a los padres y a los tíos, después los primos... y por último, la foto de cada niño protagonista, que será la más grande.


HORA DE IR A LA PELUQUERÍA
Una silla, una sábana, un espejo, un cepillo, unos rulos, unas redecillas para el pelo, horquillas, coleteros y unos cuantos collares de bisutería bastan para montar un salón de profesional.


ANDANDO COMO PINGÜIN0
Coge a un niño, coloca sus pies sobre los tuyos y ve andando despacito con él, a la vez que vas diciendo "plaf, plaf", como si fueras un pingüino. Ahora le toca el turno al niño siguiente.



GLOBOS QUE NO TOCAN EL SUELO
Infla varios globos, da uno a cada niño (de un color diferente, para que no le armen un lío) y explícales que tendrán que lanzarlo al aire e ir dándole golpecitos para que no toque el suelo. Pierde el que lo deje caer.


BUSCAR PAREJAS
Haz parejas de objetos y pon una muestra de cada una en el suelo para que los niños las observen. Mete las parejas en una bolsa opaca y pide a los pequeños, por turnos, que cojan un objeto del suelo y busquen su pareja palpando dentro de la bolsa, sin mirar.

Además de recurrir a todas estas actividades, no te olvides de que los juegos de mesa son una opción muy interesante para conseguir que los niños la pasen bien con la familia o los amigos.



viernes, 4 de marzo de 2011

Pequeña canción para entretener al bebe

PICA PICA POLLITO
SAL DE TU CASCARON
VEN A COMER TRIGUITO
VEN A TOMAR EL SOL

QUE LINDO POLLITO
DEL HUEVO SALIO
TAN AMARILLITO
PARECE UN LIMON

lunes, 14 de febrero de 2011

La historia del arbol de manzanas




Este era un enorme árbol de manzanas al cual un niño amaba mucho. Todos los días jugaba a su alrededor, trepaba hasta el tope, comía sus frutos y tomaba la siesta bajo su sombra. El árbol también lo quería mucho.
Pasó el tiempo, el niño creció y no volvió a jugar alrededor del árbol. Un día regresó y escuchó que este le decía con cierta tristeza: - ¿Vienes a jugar conmigo?
Pero el muchacho contestó: - Ya no soy el niño de antes que juega alrededor de los árboles. Ahora quiero tener juguetes, y necesito dinero para comprarlos.
- Lo siento -dijo el árbol-. No tengo dinero, pero te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas; así podrás comprar tus juguetes.
El muchacho tomó las manzanas, obtuvo el dinero y se sintió feliz. También el árbol fue feliz, pero el muchacho no volvió. Tiempo después, cuando regresó, el árbol le preguntó: - ¿Vienes a jugar conmigo?
- No tengo tiempo para jugar; debo trabajar para mi familia y necesito una casa para mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?
- Lo siento -repuso el árbol-. No tengo una casa, pero puedes cortar mis ramas y construir tu casa.
El hombre cortó todas las ramas del árbol, que se sintió feliz, y no volvió. Cierto día de un cálido verano, regresó. El árbol estaba encantado. - ¿Vienes a jugar conmigo? -le preguntó.
- Me siento triste, estoy volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar, ¿puedes dármelo?
El árbol contestó: - Usa mi tronco para construir uno; así podrás navegar y serás feliz.
El hombre cortó el tronco, construyó su bote y se fue a navegar por un largo tiempo. Regresó después de muchos años y el árbol le dijo:
- Lo siento mucho, pero ya no tengo nada que darte, ni siquiera manzanas.
El hombre replicó: - No tengo dientes para morder ni fuerzas para escalar, ya estoy viejo.
Entonces el árbol, llorando, le dijo: - Realmente no puedo darte nada. Lo único que me queda son mis raíces muertas.
Y el hombre contestó: - No necesito mucho ahora, sólo un lugar para reposar. Estoy cansado después de tantos años...
- Bueno -dijo el árbol-, las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven, siéntate conmigo y descansa.
El hombre se sentó junto al árbol y este, alegre y risueño, dejó caer algunas lágrimas.
Esta es la historia de cada uno de nosotros: el árbol son nuestros padres. De niños, los amamos y jugamos con ellos. Cuando crecemos los dejamos solos; regresamos a ellos cuando los necesitamos, o cuando estamos en problemas. No importa lo que sea, siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Usted puede pensar que el muchacho es cruel con el árbol, pero ¿no es así como tratamos a veces a nuestros padres?

jueves, 30 de diciembre de 2010

"¿Qué edad tienes abuela?

Una tarde un nieto estaba charlando con su abuela sobre los acontecimientos actuales.
Entonces, el niño preguntó:
¿Qué edad tienes abuela"?
La abuela respondió
Bueno, déjame pensar un minuto....

Nací antes de la televisión, las vacunas contra la polio,
las comidas congeladas, las fotocopiadoras, el fax,
los lentes de contacto, la píldora anticonceptiva y el freesbee.

No existían el radar, las tarjetas de crédito, el rayo láser,
los teléfonos celulares, o los patines en línea.

No se había inventado el aire acondicionado,
los hornos de microhondas, las lavavajillas, las secadoras,
y las prendas se ponian a secar al aire fresco,
se usaban batanes (molcajetes) y no licuadoras.

"Gay" era una palabra respetable en inglés
que significaba una persona contenta, alegre y no homosexual,
al que cariñosamente llamábamos "loca".
De lesbianas nunca habíamos oido hablar y ni los muchados usaban aretes.

Conocíamos la diferencia entre los sexos pero a nadie se le ocurría cambiar el suyo, nos conformábamos con el que teníamos

No había mujeres peluqueras, ni estéticas unsex, ni tampoco policia femenina.

SIDA no significaba nada, aids en inglés  era un ayudante de oficina.

No se hacían citas ni se concertaban matrimonios por computadora.

Tu abuelo y yo nos casamos y despues vivimos juntos
y en cada familia había un papa y una mamá.

El hombre todavía no había llegado a la luna
y no existían los aviones de propulsión a chorro para pasajeros.

No se hacían transplantes de corazón, se remendaban calcetines no corazones,y se destapaban caños no arterias.

Nací antes de la computadora, los virus provocaban viruelas,
más no desaparecian archivos.

"Chip" significaba un pedazo de madera
"hardware" era la ferretería y el software no existía.

No habían las dobles carreras universitarias, ni estrés, ni traumas prenatales, ni psicologos.

Se jugaba al trompo, a las canicas, no al nintendo.

Hasta que cumplí 25, llamé a cada policía y a cada hombre "señor" y a cada mujer "señora" o "señorita".

Tener una relación era llevarse bien con los primos o simplemente tener una amistad.

En mis tiempos, la virginidad no producía cáncer.

Nuestras vidas estaban gobernadas por los 10 mandamientos, el buen juicio
y el sentido común. Nos enseñaron a diferenciar entre el bien y el mal y a ser responsables de nuestros actos.

Creíamos que la comida rápida era lo que la gente comía cuando estaba apurada.

Hablando de máquinas, no existian los cajeros automáticos, las máquinas de helado en  las tiendas, los radioreloj despertador, para no hablar de los videos cassettes ni las filmadoras de video.

Si en algo decía: "Made in Japan" se le consideraba una porquería y no existía "Made in Korea" no "Made in Taiwan"

No se había oido de Pizza Hut, MacDonalds, ni de Fast food ni el video bar o discotecas.

La salsa era un condimento no se bailaba.

No había el café instantáneto ni los endulzantes artificiales.

Se podía comprar un Chevrolet Coupé nuevo por 600 dolares (Pero quién los tenía!)

Costaba 30 centavos el litro de gasolina y un solo auto era suficiente para toda la familia.

Había tiendas donde se compraban cosas por 5 y 10 centavos, los helados, las llamadas telefónicas, los pasajes de autobus y la pepsi, todo costaba 10 centavos.

En mi tiempo "hierba" era algo que se cortaba, no se fumaba, "coca" era una gaseosa y no se inhalaba y música de rock era lo que hacía la mecedora de la abuela.

Las conejitas eran simplemente unos animalitos y los escarabajos no eran volkswagens.

Fuimos la última generación que creyó que una señora necesitaba un marido para tener un hijo.

Ahora dime: ¿Cuántos años crees que tengo?

El chico respondió: " más de cien! ?





Autor: Anónimo

lunes, 27 de diciembre de 2010

Letra de canciones para niños




Tengo una muñeca

Tengo una muñeca
vestida de azul
con su camisita
y su canesú
la saqué a paseo
se me constipó
la tengo en la cama
con mucho dolor.
Esta mañanita
me dijo el doctor
que le dé jarabe
con un tenedor.
Esos son los besos
que te voy a dar
para que mejores
y puedas pasear
Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho
y ocho dieciséis.
Y ocho, veinticuatro
y ocho, treinta y dos.

Animas benditas,
me arrodillo yo.
Tengo una muñeca
vestida de azul,
zapatitos blancos
y gorro de tul,
la llevé a pasear
se me constipó,
la tengo en la cama
con un gran dolor.
Dos más dos son cuatro,
cuatro y dos son seis.
seis y dos son ocho
y ocho dieciséis
y ocho veinticuatro
y ocho treinta y dos,
estas son las cuentas
que he sacado yo.


Que llueva, que llueva

Que llueva, que llueva,
la Virgen de la Cueva,
los pajaritos cantan,
las nubes se levantan
que sí, que no,
que caiga un chaparrón
con azúcar y turrón,
que se rompan los cristales
de la estación
y los míos no
porque son de cartón

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Cuento de Navidad: La niña de los fósforos

La niña de los fósforos
[Cuento infantil. Texto completo]
Hans Christian Andersen


¡Qué frío hacía!; nevaba y comenzaba a oscurecer; era la última noche del año, la noche de San Silvestre. Bajo aquel frío y en aquella oscuridad, pasaba por la calle una pobre niña, descalza y con la cabeza descubierta. Verdad es que al salir de su casa llevaba zapatillas, pero, ¡de qué le sirvieron! Eran unas zapatillas que su madre había llevado últimamente, y a la pequeña le venían tan grandes, que las perdió al cruzar corriendo la calle para librarse de dos coches que venían a toda velocidad. Una de las zapatillas no hubo medio de encontrarla, y la otra se la había puesto un mozalbete, que dijo que la haría servir de cuna el día que tuviese hijos.
Y así la pobrecilla andaba descalza con los desnudos piececitos completamente amoratados por el frío. En un viejo delantal llevaba un puñado de fósforos, y un paquete en una mano. En todo el santo día nadie le había comprado nada, ni le había dado un mísero chelín; volvíase a su casa hambrienta y medio helada, ¡y parecía tan abatida, la pobrecilla! Los copos de nieve caían sobre su largo cabello rubio, cuyos hermosos rizos le cubrían el cuello; pero no estaba ella para presumir.


En un ángulo que formaban dos casas -una más saliente que la otra-, se sentó en el suelo y se acurrucó hecha un ovillo. Encogía los piececitos todo lo posible, pero el frío la iba invadiendo, y, por otra parte, no se atrevía a volver a casa, pues no había vendido ni un fósforo, ni recogido un triste céntimo. Su padre le pegaría, además de que en casa hacía frío también; sólo los cobijaba el tejado, y el viento entraba por todas partes, pese a la paja y los trapos con que habían procurado tapar las rendijas. Tenía las manitas casi ateridas de frío. ¡Ay, un fósforo la aliviaría seguramente! ¡Si se atreviese a sacar uno solo del manojo, frotarlo contra la pared y calentarse los dedos! Y sacó uno: «¡ritch!». ¡Cómo chispeó y cómo quemaba! Dio una llama clara, cálida, como una lucecita, cuando la resguardó con la mano; una luz maravillosa. Le pareció a la pequeñuela que estaba sentada junto a una gran estufa de hierro, con pies y campana de latón; el fuego ardía magníficamente en su interior, ¡y calentaba tan bien! La niña alargó los pies para calentárselos a su vez, pero se extinguió la llama, se esfumó la estufa, y ella se quedó sentada, con el resto de la consumida cerilla en la mano.


Encendió otra, que, al arder y proyectar su luz sobre la pared, volvió a ésta transparente como si fuese de gasa, y la niña pudo ver el interior de una habitación donde estaba la mesa puesta, cubierta con un blanquísimo mantel y fina porcelana. Un pato asado humeaba deliciosamente, relleno de ciruelas y manzanas. Y lo mejor del caso fue que el pato saltó fuera de la fuente y, anadeando por el suelo con un tenedor y un cuchillo a la espalda, se dirigió hacia la pobre muchachita. Pero en aquel momento se apagó el fósforo, dejando visible tan sólo la gruesa y fría pared.


Encendió la niña una tercera cerilla, y se encontró sentada debajo de un hermosísimo árbol de Navidad. Era aún más alto y más bonito que el que viera la última Nochebuena, a través de la puerta de cristales, en casa del rico comerciante. Millares de velitas, ardían en las ramas verdes, y de éstas colgaban pintadas estampas, semejantes a las que adornaban los escaparates. La pequeña levantó los dos bracitos... y entonces se apagó el fósforo. Todas las lucecitas se remontaron a lo alto, y ella se dio cuenta de que eran las rutilantes estrellas del cielo; una de ellas se desprendió y trazó en el firmamento una larga estela de fuego.


«Alguien se está muriendo» -pensó la niña, pues su abuela, la única persona que la había querido, pero que estaba muerta ya, le había dicho-: Cuando una estrella cae, un alma se eleva hacia Dios.


Frotó una nueva cerilla contra la pared; se iluminó el espacio inmediato, y apareció la anciana abuelita, radiante, dulce y cariñosa.


-¡Abuelita! -exclamó la pequeña-. ¡Llévame, contigo! Sé que te irás también cuando se apague el fósforo, del mismo modo que se fueron la estufa, el asado y el árbol de Navidad. Se apresuró a encender los fósforos que le quedaban, afanosa de no perder a su abuela; y los fósforos brillaron con luz más clara que la del pleno día. Nunca la abuelita había sido tan alta y tan hermosa; tomó a la niña en el brazo y, envueltas las dos en un gran resplandor, henchidas de gozo, emprendieron el vuelo hacia las alturas, sin que la pequeña sintiera ya frío, hambre ni miedo. Estaban en la mansión de Dios Nuestro Señor.


Pero en el ángulo de la casa, la fría madrugada descubrió a la chiquilla, rojas las mejillas, y la boca sonriente... Muerta, muerta de frío en la última noche del Año Viejo. La primera mañana del Nuevo Año iluminó el pequeño cadáver, sentado, con sus fósforos, un paquetito de los cuales aparecía consumido casi del todo. «¡Quiso calentarse!», dijo la gente. Pero nadie supo las maravillas que había visto, ni el esplendor con que, en compañía de su anciana abuelita, había subido a la gloria del Año Nuevo.


FIN

lunes, 13 de diciembre de 2010

Adivinanzas para los niños





Les gustan las adivinanzas? Aquí  doy algunas para que las cuenten a los amigos:

Es chiquito y redondo y no tiene fondo

*Un anillo

Oro parece, plata no es ¿que es?

*El platano

Una tablita en una cuevita que en secas y aguas esta mojadita.

*La lengua

Es larga y colorida tiene números y es tu amiga. ¿Qué es?

*La Regla

Alto alto como un pino, pesa menos que un comino.

*El humo

Adivina quién soy: cuanto más lavo, más sucia voy.
*El agua

No soy nada y tengo nombre, siempre ire pegada a ti, asi seas mujer u hombre nunca te escaparas de mi, ¿Quien soy?
La sombra

Abierta siempre estoy para todos los niños.
Cerrada y triste me quedo los domingos.
La Escuela

En medio del mar hay una negrita,
no come ni bebe y siempre está gordita.
La letra A

Unas son redondas,otras ovaladas,
unas piensan mucho,otras casi nada.
La Cabeza

Este banco está ocupado por un padre y por un hijo.
El padre se llama Juan el hijo ya te lo he dicho.
Esteban



viernes, 10 de diciembre de 2010

Chistes para niños

  • ¿Como se dice en japonés ?piloto de avión?? Popoko Memato
  • ¿Cómo se dice en chino ?espejo?? Aitoilló.
  • ¿Como se dice en alemán ?el perro se come una rosquilla?? Troski Maska Roska
  • ¿Cómo se dice en árabe ?escopeta?? Allaba Labala.
  • ¿Cómo se dice en japonés ?ladron?? Yokito Tumoto
  • - Mamá mamá, en la escuela me dicen boca grande.....
    - Ay! hijo, no hagas caso. Ahora trae la pala que tengo que darte el jarabe.
  • - Mamá mamá, en el colegio me llaman extraterrestre
    - Anda, no hagas caso hijo y vete a lavarte las cinco manos.
  • -¡Mama, mama! ¿Las aceitunas negras caminan?
    - Pues no, hijo.
    - ¡Pues entonces me he comido una cucaracha!
  • Van dos granos de arena por el desierto y le dice uno a otro: ¡Creo que nos están siguiendo!
  • ¿Sabes cómo dejar a un tonto intrigado?...¡¿No?! ¡¡Mañana te lo cuento!!
  • ¿Que puede ser peor que encontrarse un gusano en una manzana?
    -Encontrarse medio

Algo para recordar


Se acuerdan de...
1.- Aquel tiempo, cuando las decisiones importantes se tomaban con un infalible
De tin marin.. de do pingüé?....
2- Jugar a la gallinita ciega



2.- Cuando se podían detener las cosas que se complicaban con un firme...
"Chepi!... Chepi!..."
3.- Y los errores se arreglaban diciendo... 'No vale, de nuevo... de nuevo...'
4.- Tener dinero significaba poder comprarte Frunas o Chizitos, LOS CARAMELOS EN FORMA DE PERITAS, en el recreo para ti y tus amigas...
5.- Jugar mundo ( COMO TEJA ..LA CASCARA DE PLATANO DE SEDA BIEN CHANCADITO..lo máximo) ó a las escondidas, podía mantenernos felizmente ocupadas durante toda una tarde..


6. Para ayudar a los amigos bastaba con un grito:
" Ampay me salvo con todos mis compañeros vivos o muertos!"
7.- El último en llegar es burro!...
Era lo único que nos hacía correr como locas hasta que el corazón se nos salía del pecho.
8.- Los globos de agua eran... la más moderna, poderosa y eficiente arma que jamás se había inventado, jugar a ""el mata gente'"..con una pelota y si te movias era mejor porque dolia..... cada tirada de pelota al cuerpo...hay que dolor
9.- Cuando sacarse un 20 era el mayor de los logros y ganarse un helado era... la mejor recompensa de los padres...en especial el helado de carretilla (conito amarillo chiquito)
10.- Y quitarle las rueditas pequeñas a la bici significaba un gran paso en tu vida....ponerle globos inflados en las ruedas, alucinabas que era una moto..
11.- Cuando el negocio del siglo era cambiar las figuritas repetidas por la que hacía tanto tiempo que buscabas...NO LA, YA LA
12.- Y el mayor stress en el mundo era el examen de Mateeeeee!!!
13.-Para llegar al colegio ó te ibas a pie con tu horrible uniforme plomo, ó te ibas en omnibus grande ( la 21, la 48...) no existian las combis, los ticos y NADIE TENIA MOVILIDAD ESCOLAR...
Todas estas simples cosas nos hacían felices, no necesitábamos nada más... TODO ERA POSIBLE EN NUESTRAS MENTES, LA ÚNICA LIMITACIÓN ERA SI PAPÁ Y MAMÁ DABAN PERMISO!!! JA, JA, JA


Las lágrimas que derramabas eran por un raspón en la rodilla, los pleitos con los amigos se olvidaban con el siguiente cumpleaños, la ropa no importaba (TOTAL TAN SOLO TE COMPRABAN EN DICIEMBRE....), la marca mucho menos, podíamos correr y correr y seguir corriendo sin perder el aliento..( TUS ZAPATOS TEDDY ó TUS ZAPATILLAS DE LONA BLANCA PARA EDUCACIÓN FISICA, eran inmortales)..........
NO había mayor placer que disfrutar a solas una barra de Sublime, TU HELADO DE HIELO HECHO EN CASA DE FRUTAS VERDADERAS QUE MUY ORIGINALES LLAMABAMOS LOS MARCIANOS.......


SI PUEDES RECORDAR LA MAYORÍA DE ESTAS COSAS Y HAS SONREÍDO... ENTONCES SIGNIFICA QUE HAS TENIDO UNA INFANCIA FELIZ Y QUE TODAVÍA QUEDA DENTRO DE TI ALGO DE LA NIÑA(O) QUE FUISTE NO HACE TANTO TIEMPO.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Adivinanzas para niños



Niños, aqui aprenderán unas adivinanzas  para jugar con los amigos:


Qué es, qué será,
que mientras mas cerca está menos se ve:
La oscuridad


En un rincón de la clase, dónde yo estoy colocada,
acudes con los papeles que no te sirven de nada.
La papelera


Cada año nazco gordito y cada año muero flaquito.
El calendario


¿Qué es lo que sube y baja y no se mueve?
La escalera


Todos pasan sobre mi, yo no paso sobre nadie,
todos preguntan por mi, yo no pregunto por nadie.
La Calle


El Que la hace, la hace cantando;
El que la compra, la compra llorando;
y el que la usa no la ve.
El feretro


Si lo ves, es invierno;
si lo guardas, pereces;
cada día lo tomas más de mil veces.
El aliento


Paso por el agua y no me mojo
paso por el fuego y no me quemo.
La sombra


Doce señoritas en un comedor,
con medias y cuartos y zapatos no.
El reloj


Existo cuando me guardan
y me muero cuando me sacan
El secreto


Chiquito como un ratón
y cuida la caza como un león.
El candado


Por un caminito va caminando un bicho,
y el nombre del bicho
ya te lo he dicho.
La vaca


Mi madre es tartamuda,
mi padre es cantaor,
tengo el vestido blanco y
amarillo el corazón.
El huevo


Tengo cadenas sin ser preso,
si me empujas voy y vengo,
en lo jardines y parques a muchos niños entretengo.
¿Quién soy?
El columpio



Fuente: Guiainfantil.com

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Las palomas también se enojan

Esto que les voy a contar sucedió en una mañana de invierno. Mi casa esta situada junto a un parque muy hermoso y me gusta mucho ver a los pájaros volar y cantar entre los árboles .

Un día observé que en la parte de afuera de mi ventana había un par de palomas haciendo su nido. Por el tamaño de ambas se notaba cual era la paloma y el palomo.
La paloma acomodaba sobre lo que seria su nido todas las ramas que le iba trayendo el palomo con su pico. Seguí mirando sin moverme para no espantarlas y en una de esas veo al palomo que regresa al nido trayendo una rama en su pico y la paloma la acomodó otra vez pero con tan mala suerte que la ramita se le cayó al vacío; para mi sorpresa, el palomo muy enojado por eso, le dio a su pareja unos picotazos muy fuertes en la cabeza , la paloma entonces dejó su nido y voló trayendo al poco rato la rama en su pico y la puso en su nido. ¡ Que espactáculo!.
Al día siguiente fui a ver a las palomas, pero para sorpresa mía, ya no había nada, ni nido ni palomas. ¿Qué habría pasado? no lo sé . Solo se que las palomas también se enojan con su pareja …. Y colorín colorado este relato ha terminado.
Escrito por Marialuz.



Tags: cuentos, niños, relatos, historias, palomas,

miércoles, 14 de julio de 2010

Cuentos pequeños pero muy graciosos para niños



el cuento del gallo pelao:


¿Quieres que te cuente el cuento del gallo pelao?.... bien pásate a este lao

¿ Quieres que te cuente el cuento del gallo pelao?... bien pásate a este lao


EN UN CHARCO HABIA UNA MOSCA


En un charco había una mosca

y con la mosca un mosquito

sino te has enterado

te lo cuento despacito.


En un charco había una mosca

y con la mosca un mosquito

si no te has enterado

te lo cuento mas bajito.


En un charco había una mosca

y con la mosca un mosquito

si no te has enterado

te lo cuento rapidito.


LA GATA QUE DABA LA LATA


Esta era una gata que daba la lata

te lo voy a repetir para hacerte reir.


Esta era una gata que daba la lata

te lo voy a repetir para hacerte reir


Esta era una gata que daba la lata

te lo voy a repetir para hacerte reir.



LAS TRES HIJAS


Este era un rey que tenia tres hijas

las metió en tres botijas

y las tapó con un pez

¿Quieres que te lo cuente otra vez?


JOSE SE LLAMABA EL PADRE


José se llamaba el padre

Josefa la mamá

y al hijo que tuvieron le pusieron

José se llamaba el padre

Josefa la mamá.....


EL CUENTO DE LA BUENA PIPA


-¿Quieres que te cuente el cuento de la buena pipa?

-SI-

-yo no te digo ni que si, ni que no,..¡yo solo te digo ¿ que

si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa=

BUENO

- Yo no te digo que bueno.yo solo te digo

¿que si quieres que te cuente el cuento de la buena pipa?


( y asi sucesivamente)

miércoles, 23 de junio de 2010

Cuento infantil educativo: Las palabras mágicas


Mariana era una niña caprichosa y engreída. Creía tener derecho a todo lo que se le antojaba. Le perteneciera o no.
También creía ser la más hermosa, la más inteligente, la mejor de todas las niñas. Por esa razón pensaba que todos deseaban estar con ella, jugar con ella y pasar el tiempo con ella, y que debían estar sumamente agradecidos.
También podía contestar de mal modo sin pedir disculpas o burlarse de los demás sin medir las consecuencias. Como cuando uno de sus amigos se cayó y ella en lugar de ayudarlo se largó a reír.
Un hada que pasó justamente y vio lo que sucedía, decidió darle una lección. Mariana debería aprender las palabras mágicas. El hada tocó a sus amigos con su varita y ellos rápidamente se cansaron de su actitud veleidosa y pizpireta, y decidieron no salir más a la vereda. Se quedaron jugando detrás de la reja en el jardín de su casa.
Mariana salió y no los vio. Le llamó la atención que no pasaran a buscarla. Justo a ella que garantizaba la diversión y ahora tenía una nueva bicicleta color rosa tornasol.
-¡Qué tontos! Pensó. Y Salió a dar vueltas alrededor de la manzana.
Al pasar por la reja vio a todos sus amigos disfrutando bajo un árbol.
Entonces les dijo-¡Tengo una bicicleta nueva! Pero los amigos no la escucharon. Gritó más fuerte-¡Ey, Aquí estoy yo! pero los amigos parecían estar sordos.
Volvió preocupada a su casa, y le pidió a su mamá una muñeca nueva.-Quiero una muñeca Barbie vestida de playa. El Hada también tocó con su varita a sus padres.
-Pero si tienes veinte muñecas. Juega con esas. Respondió la madre.
-Ya te dije que quiero una vestida de playa.
-Pues no. Dijo la madre por primera vez, ya que nunca le había negado nada.
Mariana se pescó una rabieta, se tiró al piso pataleando y gritando. Pero su madre hizo oídos sordos hasta que se calmó.
Se encerró en su habitación a estudiar la lección para el día siguiente. La aprendió a la perfección para dejar a todos boquiabiertos.
Pero el Hada madrina, también sacudió su varita sobre la maestra y los compañeros.
Cuando llegó el momento de tomar la lección, la maestra pidió que levantaran las manos y Mariana la levantó rápidamente al grito de –¡Yo, yo, yo!
La maestra, parecía no verla ni escucharla. Todos los que levantaron la mano, dieron su lección, menos Mariana que se revolvía de rabia en su pupitre.
Volvió a su casa muy triste. Jamás le había pasado algo así. Y no sabía como hacer para revertir esta dificultad. Pensó y pensó sin encontrar la solución del problema que la afectaba.
Mientras dormía el Hada se le apareció en sus sueños y le enseñó la importancia de las palabras mágicas: ¨PERDÓN¨, ¨POR FAVOR¨ Y ¨GRACIAS¨.
Al día siguiente Mariana le pidió PERDON a su mamá por la rabieta y le dio las GRACIAS por la nueva bicicleta.
Fue a visitar a sus amigos y les pidió POR FAVOR que abrieran la reja para jugar con ellos, y sus amigos la dejaron pasar.Luego les dio las GRACIAS por invitarla. Luego le pidió PERDON a uno de sus amigos por haberse reído cuando se cayó dolorido en la vereda, Y él la perdonó.
En el colegio, pidió POR FAVOR que le permitieran dar su lección y la maestra la felicitó.
Y así la niña cambió de manera de ser , y se volvió una niña educada, querida por todos y nunca dejó de decir las palabras mágicas: PERDON, POR FAVOR, y GRACIAS
Y colorín colorado este cuento ha terminado.


Cuento de Bianca Otero

Tags: Cuentos infantiles, cuentos para niños, educativos,

miércoles, 16 de junio de 2010

Cuento para niños El hada fea


Había una vez una aprendiz de hada madrina, mágica y maravillosa, la más lista y amable de las hadas. Pero era también una hada muy fea, y por mucho que se esforzaba en mostrar sus muchas cualidades, parecía que todos estaban empeñados en que lo más importante de una hada tenía que ser su belleza. En la escuela de hadas no le hacían caso, y cada vez que volaba a una misión para ayudar a un niño o cualquier otra persona en apuros, antes de poder abrir la boca, ya la estaban chillando y gritando:
- ¡fea! ¡bicho!, ¡lárgate de aquí!.
Aunque pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había pensado hacer un encantamiento para volverse bella; pero luego pensaba en lo que le contaba su mamá de pequeña:

- tu eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que es así por alguna razón especial...

Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el país, haciendo prisioneras a todas las hadas y magos. Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó sus propios vestidos, y ayudada por su fea cara, se hizo pasar por bruja. Así, pudo seguirlas hasta su guarida, y una vez allí, con su magia preparó una gran fiesta para todas, adornando la cueva con murciélagos, sapos y arañas, y música de lobos aullando.
Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y magos, que con un gran hechizo consiguieron encerrar a todas las brujas en la montaña durante los siguientes 100 años.
Y durante esos 100 años, y muchos más, todos recordaron la valentía y la inteligencia del hada fea. Nunca más se volvió a considerar en aquel país la fealdad una desgracia, y cada vez que nacía alguien feo, todos se llenaban de alegría sabiendo que tendría grandes cosas por hacer.


Autor.. Pedro Pablo Sacristan

miércoles, 9 de junio de 2010

Cuento para niños: "El palacio de la mentira"


Todos los duendes se dedicaban a construir dos palacios, el de la verdad y el de la mentira. Los ladrillos del palacio de la verdad se creaban cada vez que un niño decía una verdad, y los duendes de la verdad los utilizaban para hacer su castillo. Lo mismo ocurría en el otro palacio, donde los duendes de la mentira construían un palacio con los ladrillos que se creaban con cada nueva mentira. Ambos palacios eran impresionantes, los mejores del mundo, y los duendes competían duramente porque el suyo fuera el mejor.

Tanto, que los duendes de la mentira, mucho más tramposos y marrulleros, enviaron un grupo de duendes al mundo para conseguir que los niños dijeran más y más mentiras. Y como lo fueron consiguiendo, empezaron a tener muchos más ladrillos, y su palacio se fue haciendo más grande y espectacular. Pero un día, algo raro ocurrió en el palacio de la mentira: uno de los ladrillos se convirtió en una caja de papel. Poco después, otro ladrillo se convirtió en arena, y al rato otro más se hizo de cristal y se rompió. Y así, poco a poco, cada vez que se iban descubriendo las mentiras que habían creado aquellos ladrillos, éstos se transformaban y desaparecían, de modo que el palacio de la mentira se fue haciendo más y más débil, perdiendo más y más ladrillos, hasta que finalmente se desmoronó.

Y todos, incluidos los duendes mentirosos, comprendieron que no se pueden utilizar las mentiras para nada, porque nunca son lo que parecen y no se sabe en qué se convertirán.


Autor.. Pedro Pablo Sacristan



Tomado de: Cuentos para dormir

jueves, 20 de mayo de 2010

Cuento para niños: El árbol mágico


Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo verás.

El niño trató de acertar el hechizo, y probó con abracadabra, supercalifragilisticoespialidoso, tan-ta-ta-chán, y muchas otras, pero nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: "¡¡por favor, arbolito!!", y entonces, se abrió una gran puerta en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: "sigue haciendo magia". Entonces el niño dijo "¡¡Gracias, arbolito!!", y se encendió dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate.

El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo, y por eso se dice siempre que "por favor" y "gracias", son las palabras mágicas


Autor: Pedro Pablo Sacristán


tomado de Cuentos para dormir

miércoles, 21 de abril de 2010

La disculpa de José


Una historia verdadera:

Una familia como hay muchas: un papá, una mamá y 4 hijos, el mayor de 7 años, el segundo de 5. el tercero de 4 y la última de 3.
Eran niños respetuosos y educados, pero de vez en cuando hacían alguna travesura.
Un día la mamá que siempre estaba con ellos tuvo que salir porque tenía que hacer una diligencia urgente y se vio obligada a dejar a los 4 niños con la empleada.
Los niños dijeron que se iban a portar bien sobre todo el mayor le dijo a su mama que no se preocupara que él iba a entretener a sus hermanos.
La mama se fue tranquila . Pero al regresar se encontró con un problema. La empleada estaba afuera en la calle, así que le preguntó que hacía allí y le dijo : “ al niño José se le ocurrió cocinar y ha desordenado totalmente la cocina, se ha portado muy mal, me gritó cuando le dije que no ensuciaran la cocina, cosa que no me hizo caso, me dijo que el mandaba allí y que me fuera de la casa, yo salí y cerró la puerta, no se que estarán haciendo.
Por supuesto eso no le gustó nada a la mamá, entró a la cocina en busca de José y vio que todo estaba en desorden. Habían querido hacer un bizcocho y los huevos y la harina estaban en el suelo, en fin todo una calamidad.
Lo buscó por todas partes pero no estaba en ningún lado, hasta que escuchó su voz que muy suavemente decía:
Aquí estoy mama”,…La mamá entró a su habitación y vio que José se había metido a la cama, tapado hasta las narices; el sabía que ese era su castigo cuando se portaba mal: ir a la cama. La mamá lo resondró y no se libró de un fuerte palmazo en las piernas.

Pasaron las horas y terminó el castigo, José se acercó a su mamá y le dijo muy suavemente:” mama te quiero agradecer” ¿Por qué? Le contestó su madre pensando que se había dado cuenta de su falta y quería disculparse, así que le dijo:” porque me quieres agradecer?”..Y sorprendida escuchó: “. Porque me has pegado justo en el grano que me estaba picando”.. Y colorin colorado esta historia ha terminado.
Escrito por Marialuz

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